31 octubre 2006

Hay que seguir los consejos

Es cierto. He comprobado últimamente que el mundo editorial se torna cada vez más difícil para los escritores noveles que no encuentran la forma de romper las barreras y llegar, por lo menos al sueño de ver sus libros publicados. Y no justifico el apresuramiento ni la falta de valor literario de un gran montón de esas obras que producen jóvenes con aspiraciones, que como me dijo una amiga, están engañados por su propia vanidad y esa misma vanidad los enceguece, pues creen que recibir unos cuantos elogios, a veces interesados, justifica que se conviertan en padrotes de libracos y porquerías literarias sin ningún tipo de valor artístico.
Yo mismo no podía entender esa situación: me decían los que saben del asunto, o lo leía de aquellos que saben del asunto, que cuando uno escribe una novela, un libro de cuentos o un poemario, lo más recomendable es poner a reposar ese material escrito por un tiempo prudente. Luego de ese reposo lo más conveniente es buscar un escrutinio sincero y sin lisonjas entre los amigos y los familiares, quienes nos darán sus puntos de vista. Luego la fase misma de corrección y limpieza del texto, son fases lineales y paradigmáticas que debemos seguir, como forma de ir perfeccionando nuestras técnicas, porque la Literatura es, en mucho sentido arte y técnica.
Muchas veces hay aprendices de escritores que no acatan los consejos de quienes poseen mayores experiencias y mayores conocimientos, mayor apreciación de la teoría y la práctica literaria, se les toma en cuenta para leerlos, se pierde tiempo en la búsqueda de razones para encaminarlos, pero, insuflados por esa falsa dignidad de los inmediatismos, no hacen el menor caso y se condenan al fracaso. Es seguro que un escritor no adquiere niveles de calidad ni de reconocimiento si no perfecciona su estilo, maneja los criterios elementales de la lengua, domina la gramática en sentido general, porque es ahí donde se alimenta la creación literaria, no en la soberbia ni en los avasallamientos ególatras.
Mucho se critica a las editoras grandes que viven explotando un negocio más que un espacio consagrado a la Literatura y a la poiesis, se les acusa de bárbaros y mercenarios mercantilistas, pero, a la hora de la verdad, muchos de los autores que propugnan por ser publicados no reúnen los requisitos fundamentales para superar una criba seria.
Recuerdo un caso. Yo era un aficionado de las letras, todavía lo soy, pero con un poquito más de madurez, y redacté un cuento, envié una copia a uno de los mejores cuentistas dominicanos de todos los tiempos, Virgilio Díaz Grullón, gran narrador y maestro de jóvenes generaciones, ya fallecido. Me visitó personalmente a la empresa donde yo laboraba-nunca supe cómo averiguó la dirección- y me entregó el texto que parecía un arbolito de Navidad, lleno de correcciones hechas con un bolígrafo rojo.
Me dijo: Cuida la acentuación, cuida los puntos y las comas, esa es la parte técnica que debe dominar el escritor.
De manera que no es un capricho. Cuando le entregué el manuscrito me creía que "me la estaba comiendo" y sí me la estaba comiendo, pero la mierda. Uno nunca sabe nada hasta que alguien nos explica, Es bueno que los jóvenes y, coño, yo no soy ningún viejo, sepan acoger los consejos, porque así hasta las editoras nos harán caso.

28 octubre 2006

Internet nos ha salvado los sueños

Ya no hay vuelta atrás. Los escritores podíamos alegar hace unos años que estábamos condenados al ostracismo o al anonimato absoluto, por el difícil acceso al mundo editorial y las dificultades que de manera formal se plantean a la hora de intentar publicar algún texto literario.
La salvación ha sido Internet. Ese mundo amplio, la supercarretera digital ha creado el mecanismo para que un autor, aspirante o escribe cuartillas se comunique con miles de ciudadanos de todo el mundo, sin la necesidad de atravesar por una rigurosa criba selectiva, que siempre estará supeditada a los gustos y subjetividades de lectores profesionales de casas editoras.
Comparto el criterio esgrimido por muchos de que Internet permite que se publique todo sin una cualificación real de los contenidos y por eso tanta basura disfrazada de literatura, tantos seudoescritores llenando el espacio de bodrios y tantas conspiraciones contra la salud de la novela, la poesía y el cuento en sentido general. La masificación que permite Internet es un arma de doble filo. Permite que el escritor-vamos a ser caritativos y entendamos como tal a todo el que escriba con pretensiones literarias independientemente de sus valores intrínsecos- tenga la posibilidad que se le niega en el mundo editorial tradicional.
Las grandes casas editoras tienen un gran compromiso con sus accionistas y con los suplidores y con quienes producen la distribución y hacen las veces de entes corporativos, porque se trata de un negocio y un negocio desolador porque la Literatura debe ser buena, comercial y además responder a ciertos criterios extraliterarios, como son las apetencias de los propietarios, administradores y empleados. Es una maraña compleja. Literatura no es leche ni es pan ni es arroz frito; es Literatura y venderla es difícil, Lamento hablar así, ya que yo mismo soy un escritor que publica la mayoría de producciones en Internet, pues, nadie me hará acudir a la autoedición, ya bastante trabajo es concebir el libro, escribirlo, para también sufragar los gastos de su alumbramiento.
Lo que quiero decir es que la supercarretera es un gran invento para los creadores literarios. Incluso puedes transformar tu blog en una página web con ciertos recursos económicos, pero de manera primaria, un blog o un portal como Yoescribo.com, permite que uno se exprese. Permite ver la página, en este caso electrónica, en blanco y luego llena con nuestras creaciones malas, buenas, perectibles, pero creaciones al fin de cuentas.
No importa la cantidad enorme de malos escritores y malas escritoras, de gente que escribe sin saber distinguir lo que escribe de lo que no escribe, sion saber que sus producciones, en la mayoría de los casos no sirven para nada, pero están ahí. Pueden decir que sí, que existe una gran pizarra en la que se puede hacer literatura. Y hasta ahora, es lo mejor que ha podido ocurrir.
Lo que quiero decir es que no existe la excusa de que nos han cercenado el deseo de escribir, porque escribir y publicar además, podemos.
Además, Internet nos permite competir. Hay concursos literarios importantes de casas como Lengua de Trapo, en los que puedes participar sólo enviando tu manuscrito por mail. Las posibilidades se abren despacio. Muy despacio pero a ritmo indetenible. Creo que la visión literaria cobrará importancia y que editores y agentes volcarán su mirada a nuestras producciones, lo que en sí, ya es bastante, aleccionador.
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Acerca de mí

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Periodista, escritor, ganador del Premio Único de Poesía de la Centenaria Alianza Cibaeña de Santiago de Los Caballeros y autor de la novela infantojuvenil Héroes, Villanos y Una aldea, publicada por el Grupo Editorial Norma. Reportero del matutino dominicano Listín Diario.