30 junio 2008

Viejo de incontables historias

NÉSTOR MEDRANO

A Ernesto Medrano

Viejo, lo hago tarde, pero te escribo
y al hacerlo se cuelan por mis mejillas
dos brasas de fuego: dos lágrimas que son
más que lágrimas
pedazos de dolor derretido.
Me llevó tiempo dejar atrás el llanto y esas
monerías del espíritu golpeado
porque después de tu partida no ha habido
tiempo, se destrozaron las horas
por eso no ha habido momento más que para
llorar y recordar tu rostro
arrugado de hombre
que fue padre y fue hombre
y ambas cosas a la vez.
he visitado tu habitación que estaba en cada lugar
y en cada sitio
por donde cruzabas y cruzaste en esa larga
y corta vida que viviste
sin que Dios ni nadie me concediera para ti
sino el don de la inmortalidad
por lo menos que vivieras más allá del tiempo.

Quedaron algunas fotografías de esas clásicas
de antes: a blanco y negro
en las que exhibes esa sonrisa natural tan
tuya y tan nuestra
que ha sido de todos alguna vez.
Te cuento que ya no tengo trece
que era la edad que tenía cuando alguien,
presumo que Dios, decidió llevarte
para el resto de la vida.
Quizás, de algún modo logré ser lo que querías
aunque no aquello que soñé
que vieras con tus propios ojos: ¿es injusta la vida?
Ahí están las carreteras del sur
que anduviste con un morral a cuestas
entre kilómetros interminables de asfalto
y de los ingenios azucareros lo que queda.
Ahí está el viejo mercado
con su caserío de pobres a la redonda
sus calles empedradas
y sus callejones estrechos:
ahí están los caminos áridos, el lodo y el caliche
y los lluviosos días de siempre y de todos
los días: se diría
que pocas cosas han cambiado.
de tu viejo rostro
como yo, muchos se acuerdan: fumabas poco
cuando llegabas del trabajo
la mochila repleta de frutas: chinas y caña
la sonrisa entregada a todos, a Isabel
la vecina; como mi abuela.
Pero viejo, me hice hombre
y la dificultades, como sabes
han llovido desde cielos, mares y espacios diferentes
tú sabías que podía ser así.
Pero no escribo para intranquilizarte
sólo para hablar contigo y hablar de ti.
Si pudieras responder cómo son las cosas por allá
contarme algo: decirme, hijo, de este lado hay un mundo mejor.
O simplemente
Hijo
Desde aquí puedo reír y vivir sabiendo que eres feliz.
Viejo.

Ahí anda la familia, con sus amores y sus pleitos
que son los pleitos de siempre
y sus amores que son los amores de siempre.
¿Sabes qué descubrí una mañana cualquiera?
Bueno, una mañana fría de noviembre
que tenías razón.
El mundo es como es y nadie
logrará cambiarlo nunca:
los políticos y los gobiernos
son males pasajeros
que se hacen necesarios y permanentes
para regir en el desorden.

Tenías razón
aquí, aquí la gente vale más por lo que tiene
que por el hecho casi automático de ser gente
y lo decías
con esa profunda mirada de tristeza:
con ese aliento desalentado que no era pesimismo
sino realidad experimental de la gente


decías
que en este país de bananos
mangos, merengue y bachata
la realidad superaba la ficción:
por la corrupción política
por la putrefacción de los hombres
de gobierno
sólo los chiquitos caen
como chivos expiatorios:
como huérfanos sin dolientes.

Tenías razón viejo de mirada azul
en este país no hay un camino abierto
para los jodidos
los desheredados de la tierra
los pobres infelices sólo tienen seguros
el hambre y el cementerio.
Esas mismas carreteras
cuyo asfalto con lomo gris recorriste
ha visto la muerte y el abandono
de la gente y sus poblados.


Y tú, mi querido viejo
que conocías al cojo sentado
y al ciego durmiendo
me hablabas de esas cosas
me decías que si la felicidad existía
sólo se acercaba cuando una mujer
nos acoge en su santo seno.
entendías
que nunca habría
un cambio de intenciones: eso no interesa a las clases dominantes
a los gobiernos; a los empresarios
ni siquiera a la Iglesia
eso no interesa.
Y me decías, viejo de interminables historias
que aquí nada cambiaría en mil años luz:
tenías razón: la experiencia y la voz de la sabiduría
y tenías razón
a nadie le duele el jodido
y tenías razón
ni los hombres que buscan el pan en la calle
y tenías razón
y las mujeres que no tienen donde dar a luz
y tenías razón


ni los niños de vientres inflamados y pobres.
Pero no quiero intranquilizarte:
sólo quería escribirte;
recordar tu mirada acuosa
cuando estabas abatido
o tu sonrisa sonora
cuando estabas alegre.
A veces pienso que es posible,
Sin embargo
tal vez huela a blasfemia tardía
que por una vez la voluntad del creador
erró el tino
a veces pienso que otras veces
no sabemos valorarlos cuando están vivos
y en la esencia
es donde descubrimos
el enorme vacío y el vacío enorme
detonado por la partida.



Viejo, lo hago tarde, pero te escribo
porque ocurre que en ocasiones quiero hablar
desatosigar esta vida poblada de niebla
y buscar una salida.
Entonces la nostalgia vestida de llanto
o desnuda de llanto, que es la ropa que descolcha
el espíritu golpeado
me pide escuchar tu voz aunque sea un minuto
porque tu voz era tu voz y la voz de muchos
que quedaron sin voz y sin embargo,
conocían el valor de cada palabra.
También han muerto otros viejos queridos:
que supieron vivir a tiempo completo
pero no tuvieron mucho tiempo
para vivir un poco más.
Que como tú, Ernesto, supieron soñar y creer
así el viejo don Manuel
luchar y doblar el lomo
persiguiendo un mundo mejor.
Te diré que mi vida
sigue adelante como la lluvia en el Ozama
que me empeño en conducir una pequeña familia
que por pequeña en cantidad y grandeza en sentimiento
empieza a tener el tamaño del mundo.
También quiero decirte
Que no todo está definitivamente perdido
Hay un sol que calienta las mañanas
Después del frío
Y una vida que aunque pasajera vida al fin
Y un mundo que con guerras
Cubre de niños y sonrisas sus países:
De amor y esperanza

Sus fronteras


Pero ahora me despido,
Viejo de incontables historias.

21 junio 2008




A propósito de la puesta en circulación del libro “Momentos Estelares de la Cumbre del Grupo de Río” que recoge los pormenores de la XX Cumbre de Jefes de Estado y de Gobiernos del Grupo de Río, celebrada del 4 al 7 de marzo, en Santo Domingo, capital de la República Dominicana, de la autoría de la periodista Emilia Pereyra, y por considerarlo como un hecho de verdadera trascendencia, publico lo que en la ocasión escribí en mi blog Hombre de Letras:

NÉSTOR MEDRANO


Un descubrimiento


Poco me gusta hablar de política en esta bitácora. Es que creo que su naturaleza es eminentemente literaria, pero hay hechos, hay situaciones que desbordan nuestras propias expectativas.

¿Cómo no hablar bien del presidente Leonel Fernández? ¿Me tildarán de inclinado hacia un partido específico? Si todos los días hubiese un esfuerzo de resultados inmediatos, como el que significó la salida pacífica a un acontecimiento tenso, que tenía crispados los ánimos de la comunidad internacional, por el conflicto entre Colombia y Ecuador-una incursión militar cuestionable realizada por grupos militares antiguerrillas colombianos, cruzando límites fronterizos y dando muerte al segundo de las FARC, Raúl Reyes-, con una concatenación de reacciones de parte de Rafael Correa, presidente ecuatoriano ofendido en la dignidad de su soberanía nacional, que siempre debe ser innegociable; contra un obstinado Álvaro Uribe, que no reconocía ni por el diablo que estaba en falta y luego las rupturas diplomáticas de Nicaragua y Venezuela con Colombia, hacían de la reciente cumbre celebrada en mi país, un polvorín que en cualquier momento estallaría, por la presencia inevitable de los protagonistas esenciales de ese juego de poder. Leonel Fernández logró calmar los ánimos.

Si resaltar esa labor que ejerció el presidente Leonel Fernández me llevará a situarme como uno de sus partidarios, no me queda otra: lo acepto. Es que en la cumbre estaba el representante de la Organización de Estados Americanos empotrado en su sillón, a ratos adormecido y moviendo su cabeza, quizás un poquito anestesiado por las largas intervenciones de los presidentes, entre bostezos furtivos, a veces y otras públicos; a quien vi consultando a otros mandatarios, fraguando entre animosidades alteradas, con la moderación que luego hasta cadenas internacionales de noticias no muy fieles a Fernández reconocieron, fue al jefe de Estado dominicano, que como anfitrión, supo jugar su papel.

Las mezquindades no pueden enceguecernos. Mi juicio no está nublado por el chantaje de lo que digan los otros: estamos en plena campaña electoral y hablar bien o mal de un candidato, es considerado-vaya jodida mala leche-, tomar partido por uno de ellos. Leonel Fernández no actuaba como candidato político nominado a la Presidencia por su partido; aunque la coyuntura sea propicia y sus estrategas son buenos, pueden explotar esa nueva situación. Fernández actuaba como jefe de Estado de la nación que albergaba a los colegas extranjeros enfrentados y muchos habían apostado al fracaso del cónclave. Pero, como dicen los vendedores y los planificadores en las ventas, se trata de un asunto de resultados. Seamos francos, tampoco somos locos, Nicaragua y Venezuela restablecieron sus relaciones diplomáticas de inmediato con Colombia. Por supuesto, el apretón de manos, las sonrisas espontáneas, que en ningún momento cruzaron por el rostro de Correa, no significaron la consumación total del conflicto: ni que Dios hubiese descendido ese día hasta el hotel Santo Domingo. Sin embargo, la tensión fue quebrada. No es cierto que sólo Álvaro Uribe haya ganado, si bien su acto fue reprochable, al fin de cuentas quiso firmar ese acuerdo tácito de buena voluntad que desde Santo Domingo, impulsó un hombre moderado, de inteligencia ya demostrada, cualificado para gobernar y cuyo comportamiento de estadista y manejador de grandes crisis, quedó más que evidenciado. Todos sabíamos de Leonel Fernández. Nadie ha hecho ningún descubrimiento: es un líder, ahora con proyección internacional. Ya sabíamos de su presencia sobresaliente en foros internacionales, en otras cumbres, en otros escenarios. Otras cumbres teóricas, de firmas y sonrisas protocolares, es más, de jodidas buenas intenciones, pero de jodidas buenas intenciones está alfombrado el camino al infierno. Lo de ahora no tenía precedentes en esta área del mundo: Colombia es un país importante, con niveles de violencia, contaminación del narcotráfico, lucha eterna contra una guerrilla imbatible; asesinatos, ejecuciones y una política de cero negociaciones con los terroristas, que es el calco de los Estados Unidos. Venezuela, salpicada por el barro del conflicto por viejos traumas, incluso relativos al secuestro de una ex candidata presidencial, en la cual Hugo Chávez ha querido mediar: son problemas contundentes. Correa, como Daniel Ortega, forman parte de ese eje político e ideológico bajo la sombra del gobernante bolivariano. ¿Que pueden considerar estas reflexiones un mero ejercicio de apología hacia Leonel Fernández? En esas condiciones, pueden afirmarlo. Creo que, independientemente de los buenos resultados de esa reunión de líderes internacionales, de los prejuicios contra Chávez, Uribe, Correa, y en República Dominicana, contra Leonel Fernández, no cabe dudas de que, gracias a su esfuerzo, alguien, nos consideró: la capital de la paz.




A propósito de la puesta en circulación del libro “Momentos Estelares de la Cumbre del Grupo de Río” que recoge los pormenores de la XX Cumbre de Jefes de Estado y de Gobiernos del Grupo de Río, celebrada del 4 al 7 de marzo, en Santo Domingo, capital de la República Dominicana, de la autoría de la periodista Emilia Pereyra, y por considerarlo como un hecho de verdadera trascendencia, publico lo que en la ocasión escribí en mi blog Hombre de Letras:

NÉSTOR MEDRANO


Un descubrimiento


Poco me gusta hablar de política en esta bitácora. Es que creo que su naturaleza es eminentemente literaria, pero hay hechos, hay situaciones que desbordan nuestras propias expectativas.

¿Cómo no hablar bien del presidente Leonel Fernández? ¿Me tildarán de inclinado hacia un partido específico? Si todos los días hubiese un esfuerzo de resultados inmediatos, como el que significó la salida pacífica a un acontecimiento tenso, que tenía crispados los ánimos de la comunidad internacional, por el conflicto entre Colombia y Ecuador-una incursión militar cuestionable realizada por grupos militares antiguerrillas colombianos, cruzando límites fronterizos y dando muerte al segundo de las FARC, Raúl Reyes-, con una concatenación de reacciones de parte de Rafael Correa, presidente ecuatoriano ofendido en la dignidad de su soberanía nacional, que siempre debe ser innegociable; contra un obstinado Álvaro Uribe, que no reconocía ni por el diablo que estaba en falta y luego las rupturas diplomáticas de Nicaragua y Venezuela con Colombia, hacían de la reciente cumbre celebrada en mi país, un polvorín que en cualquier momento estallaría, por la presencia inevitable de los protagonistas esenciales de ese juego de poder. Leonel Fernández logró calmar los ánimos.

Si resaltar esa labor que ejerció el presidente Leonel Fernández me llevará a situarme como uno de sus partidarios, no me queda otra: lo acepto. Es que en la cumbre estaba el representante de la Organización de Estados Americanos empotrado en su sillón, a ratos adormecido y moviendo su cabeza, quizás un poquito anestesiado por las largas intervenciones de los presidentes, entre bostezos furtivos, a veces y otras públicos; a quien vi consultando a otros mandatarios, fraguando entre animosidades alteradas, con la moderación que luego hasta cadenas internacionales de noticias no muy fieles a Fernández reconocieron, fue al jefe de Estado dominicano, que como anfitrión, supo jugar su papel.

Las mezquindades no pueden enceguecernos. Mi juicio no está nublado por el chantaje de lo que digan los otros: estamos en plena campaña electoral y hablar bien o mal de un candidato, es considerado-vaya jodida mala leche-, tomar partido por uno de ellos. Leonel Fernández no actuaba como candidato político nominado a la Presidencia por su partido; aunque la coyuntura sea propicia y sus estrategas son buenos, pueden explotar esa nueva situación. Fernández actuaba como jefe de Estado de la nación que albergaba a los colegas extranjeros enfrentados y muchos habían apostado al fracaso del cónclave. Pero, como dicen los vendedores y los planificadores en las ventas, se trata de un asunto de resultados. Seamos francos, tampoco somos locos, Nicaragua y Venezuela restablecieron sus relaciones diplomáticas de inmediato con Colombia. Por supuesto, el apretón de manos, las sonrisas espontáneas, que en ningún momento cruzaron por el rostro de Correa, no significaron la consumación total del conflicto: ni que Dios hubiese descendido ese día hasta el hotel Santo Domingo. Sin embargo, la tensión fue quebrada. No es cierto que sólo Álvaro Uribe haya ganado, si bien su acto fue reprochable, al fin de cuentas quiso firmar ese acuerdo tácito de buena voluntad que desde Santo Domingo, impulsó un hombre moderado, de inteligencia ya demostrada, cualificado para gobernar y cuyo comportamiento de estadista y manejador de grandes crisis, quedó más que evidenciado. Todos sabíamos de Leonel Fernández. Nadie ha hecho ningún descubrimiento: es un líder, ahora con proyección internacional. Ya sabíamos de su presencia sobresaliente en foros internacionales, en otras cumbres, en otros escenarios. Otras cumbres teóricas, de firmas y sonrisas protocolares, es más, de jodidas buenas intenciones, pero de jodidas buenas intenciones está alfombrado el camino al infierno. Lo de ahora no tenía precedentes en esta área del mundo: Colombia es un país importante, con niveles de violencia, contaminación del narcotráfico, lucha eterna contra una guerrilla imbatible; asesinatos, ejecuciones y una política de cero negociaciones con los terroristas, que es el calco de los Estados Unidos. Venezuela, salpicada por el barro del conflicto por viejos traumas, incluso relativos al secuestro de una ex candidata presidencial, en la cual Hugo Chávez ha querido mediar: son problemas contundentes. Correa, como Daniel Ortega, forman parte de ese eje político e ideológico bajo la sombra del gobernante bolivariano. ¿Que pueden considerar estas reflexiones un mero ejercicio de apología hacia Leonel Fernández? En esas condiciones, pueden afirmarlo. Creo que, independientemente de los buenos resultados de esa reunión de líderes internacionales, de los prejuicios contra Chávez, Uribe, Correa, y en República Dominicana, contra Leonel Fernández, no cabe dudas de que, gracias a su esfuerzo, alguien, nos consideró: la capital de la paz.

07 junio 2008

BOSCH: Valor universal


Juan Bosch, el cuentista, el novelista, el ensayista y luego el político, debe ser difundido con el lanzamiento masivo de su obra y la promoción de sus valores entre la juventud, con concursos literarios que giren en torno a su nombre y que permitan la investigación biográfica, en su dimensión absoluta.

(ensayo)


NÉSTOR MEDRANO


Hispanoamérica ha tenido sus emblemas literarios, sus figuras literarias principales, e incluso, sus iconos, como el colombiano Gabriel García Márquez, el venezolano Arturo Uslar Pietri y dominicanos valiosos como Pedro Henríquez Ureña, Juan Bosch y Marcio Veloz Maggiolo. En Veloz Maggiolo-novelista consagrado de larga data-, poseemos en la actualidad a uno de los narradores vivos más auténticos del continente. Me arriesgo, sin temores, a escribir que Marcio Veloz Maggiolo, por la trascendencia y constancia de su obra puede situarse en la primera línea de los novelistas hispanoamericanos por el peso de sus novelas y el manejo innovador del fondo y la forma, además del clima y la atmósfera de creatividad de cada uno de sus temas, con una vasta narrativa referencial que incluye aspectos vitales de la era de Trujillo. República Dominicana ha hecho su apuesta. Tiene hombres de la talla de Veloz Maggiolo. Pero no sólo Veloz Maggiolo nos ha proyectado con una novelística de timbres universales, recientemente reconocidos y valorados por editoras internacionales y nominaciones a premios literarios de trascendencia. En el pasado tuvimos al poeta Manuel del Cabral, cuya obra ingeniosa y dotada de una calidad estética insuperable, nos colocó más allá de nuestras fronteras. Otros autores, sobre todo muy jóvenes, han iniciado un trayecto literario con esperanzas de trascendencia internacional, como Junot Díaz, acreedor desde ya de uno de los más prestigiosos galardones del mundo que es el Premio Pulitzer, con su primeriza novela, Brief Wondrous Life of Oscar Wao ("La prodigiosa vida breve de Oscar Wao), que lo inserta en la estelaridad de los universales; o el caso del vegano Pedro Antonio Valdez, cuya novela Carnaval de Sodoma fue adaptada al cine. En Pedro Henríquez Ureña, ya para hablar de “ligas mayores” poseemos la representación de un verdadero perseguidor de nuestras conexiones ibéricas del pensamiento, un valor reconocido, admirado y seguido por las luminarias, mientras ejerció su oficio de literato integral en México y Argentina. Vuelvo a decir, no obstante cualquier planteamiento, que si bien contamos con esos autores universales, como lo fue Manuel Rueda, poeta, pianista y sobre todo dramaturgo; Con Manuel del Cabral, Franklin Mieses Burgos, René del Risco Bermúdez, Pedro Mir y otros de gran importancia que no han trascendido el ámbito internacional, en Juan Bosch se llega al techo de la trascendencia. Para muestra la novela El Oro y la Paz, de corte generacional, ambientada en otra nación y con el tema del oro, la ambición y la selva, a veces nos acerca a La Vorágine de José Eustasio Rivera y otras novelas monumentales de la selva. Porque Bosch esquematizaba su narrativa en valores que iban más allá de los localismos dibujados en sus cuentos, con la idiosincrasia coloquial y simple del lenguaje del campo y de ese español rural de la región del Cibao.
Bosch supo trascender porque cuando escribía poseía una clara conciencia de los manejos técnicos-formales de la narrativa. Y la narrativa, según su propia concepción- no podía limitarse a las cuatro paredes de insularidad de su país. Claro, Bosch fue ayudado por su actividad incesante en el exterior. En Cuba se hizo famoso como cuentista. Su paso por Puerto Rico le permitió abrevar de una fuente sustancial que marcaría el derrotero de su futuro: Eugenio María de Hostos. Hostos era un pensador con alma de maestro que produjo una revolución en la educación dominicana. Como escritor universal Bosch creció, porque como dice su biógrafo Euclides Gutiérrez Félix, “debe significarse que La Mañosa, Camino Real, Dos pesos de agua, Todo un hombre, la Nochebuena de Encarnación Mendoza y el Socio, reflejan el conocimiento y el dominio del autor, del medio donde crea y sitúa a sus personajes”.
La universalidad de Juan Bosch, como uno de los probables precursores del Realismo Mágico- ahí está su cuento el Socio- se empeñó en desnudar la condición del ser humano, sus bondades y mezquindades, como queda expresado en Los Amos. ¿Cuáles son los puntos comunes en autores grandes como Pedro Henríquez Ureña, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y Pablo Neruda? Que sus obras han sobrevivido y superado sus propios nombres. Pero, ¿puede la posteridad nominar por sí sola a la inmortalidad a un autor? La respuesta es compleja y no admite un “sí” o un “no”, simples, para escabullirnos por el flanco más fácil. La inmortalidad de un autor se ampara en el peso inextinguible de su obra- que en el caso de Bosch no resiste dudas-, como ha ocurrido con el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha de Miguel de Cervantes, o con Cien años de soledad de García Márquez.
El grado imperecedero que da pie al camino de la inmortalidad está cimentado en los valores de la producción intrínsecamente reinantes de la obra. Sin embargo, cabe esto como veracidad de contraste, la inmortalidad se logra por el esfuerzo institucional que haga un país, para preservar, difundir y dinamizar la memoria histórica de un autor. Tenemos la Universidad Autónoma de Santo Domingo, que debería ser el cuerpo viviente de la cultura nacional y de las manifestaciones de las artes plásticas, el teatro, el cine; junto a las demás universidades, deben integrarse al esfuerzo de hacer valer estas aseveraciones. Juan Bosch, el cuentista, el novelista, el ensayista y luego el político, debe ser difundidos con el lanzamiento masivo de su obra y la promoción de sus valores entre la juventud, con concursos literarios que giren en torno a su nombre y que permitan la investigación biográfica, en toda su dimensión absoluta.
Los intentos por recordar al insigne cuentista se han hecho en el ámbito político-gubernamental, nombrando puentes, como el que enlaza al Distrito Nacional con el municipio Santo Domingo Este, paralelo al Juan Pablo Duarte. También un aeropuerto en Samaná fue designado con su nombre.
Pero, para no salir del ámbito contextual de este trabajo- eminentemente de enfoque y búsqueda literarios-, Juan Bosch tiene que ser rescatado del olvido de unos que sólo lo recuerdan como político y ex presidente, con un gobierno interrumpido a los siete meses y otros, las nuevas generaciones, o nunca han escuchado su nombre o lo conocen parcialmente.
¿Conocen los niños su Cuento de Navidad?, relato en el sentido amplio de la palabra, con unos valores intrínsecos tan universales que hoy pueden ser escogidos como renglones de una lectura para jóvenes, adolescentes y niños. Si bien Charles Dickens escribió sus evocaciones navideñas con los viejos fantasmas de las navidades pasadas y futuras, para ablandar el corazón de un viejo avaro, malo, rico y huraño, que odia esas festividades, Bosch no se quedó atrás y dejó constancia de su sensibilidad para un segmento de población lectorial de sensibilidad especial como es el público infantil. El caso de los grandes de la narrativa es así. Incursionan en todos los ámbitos aunque se corten un dedo al intentarlo. Como Marcio Veloz Maggiolo, nuestro novelista por excelencia, que escribió poesía e hizo literatura dirigida a los infantes. ¿Resiste la obra de Bosch el escrutinio de la posteridad? Los valores de sus libros estaban realzados con la visión estética del hombre que clama por el hombre y su destino.
En Juan Bosch se combinaron los elementos necesarios que sirvieron para curtir su corteza intelectual y hacerlo un visionario. Su formación autosostenida y autogestionada lo hizo un autodidacta, cuyo talento no conoció fronteras. ¿Por qué esas galas de reconocimiento expreso? Precisamente porque República Dominicana vive una etapa de su vida institucional, de desconocimiento real de su identidad y de pérdida de valores de tal magnitud que más vale el rápido enriquecimiento que dedicarse a escribir libros para morir en la pobreza. Bosch se dedicó a escribir libros, a hacer literatura y ser además un oficiante creativo que sobre esa sólida formación literaria, impregnó su obra de una condición ética y moral incuestionable.
Tenía un temperamento de alcurnia cívica, como la tenía Rómulo Gallegos y por eso la simbología de sus obras fundamentales, la lucha de la barbarie y la civilización, de la luz y las sombras reflejados en novelas de la aristocracia cualitativa de Doña Bárbara, su protagonista Santos Luzardo, Mister Danger, en ese poderoso juego que sólo autores de sus convicciones y creencias morales podían entretejer. No en vano Bosch opinó que Rómulo Gallegos era merecedor del Premio Nobel de Literatura cuando le fue adjudicado al guatemalteco Miguel Ángel Asturias.
“Me sorprendió siempre que a Rómulo Gallegos no se le diera el Premio Nobel de Literatura y sin embargo se le diera a Miguel Ángel Asturias. En su caso me alegré por ser un escritor latinoamericano y Gallegos había muerto hacía años. Pero la obra de Asturias no puede compararse con la de Gallegos”. El mismo Bosch admiraba al venezolano, por sus rasgos similares, porque era un novelista con una extensa producción. Los valores éticos y morales lo atraían. Rómulo Gallegos había sido presidente de Venezuela y no se había enriquecido con tal condición. ¿Puede consustanciarse a los valores de una obra la calidad moral y sin dobleces de su autor? Aunque esto sea considerado como un valor extraliterario, el perfil moral de un escritor es lo que queda plasmado en su obra. Porque su obra es expresión magnánima de su pensamiento y como tal, hay un carácter indisoluble.
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Acerca de mí

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Periodista, escritor, ganador del Premio Único de Poesía de la Centenaria Alianza Cibaeña de Santiago de Los Caballeros y autor de la novela infantojuvenil Héroes, Villanos y Una aldea, publicada por el Grupo Editorial Norma. Reportero del matutino dominicano Listín Diario.