31 agosto 2008

Ya no busques más explicaciones


NÉSTOR MEDRANO


Las explicaciones no existen cuando te hablo de ti. No podemos definirnos, ni siquiera indagar la lógica de los sentimientos: son siderales, terrestres; ¿quién sabe? Sólo está la enorme claridad de este oscuro laberinto, casi invisible, en el cual te escondes y contigo tu piel y esa cabellera de fuego que, no es un secreto, quisiera que me enredara hasta uno de esos puntos indescriptibles, en los que ignoras si sueñas, si has caído en algún letargo o si la muerte te ha aprisionado hasta el zumo del placer.
No busques más explicaciones; hay turgencias en tu cuerpo que quisiera explorar, sin brújulas, sin rutas ni direcciones, perderme como suelen perderse las gotas del sudor, mientras el trac trac trac del abanico intenta extraerlas, secarlas, pero vuelven y nacen, enfoguecidas, sin importar que los lamidos acariciantes las beban, con el vino, que, también, quisiera derramar en las comisuras de tus definiciones de mujer. Encender un cigarrillo, después, cuando te espero en estas sombras, arrinconado, atrapado en la espera de saber que no sé que sabes cuanto quisiera saber que tu cuerpo es una extensión de mis palpitaciones, que tu desnudez se ha inmolado en mi quinta de noches y días, parámetros sin tiempo, relojes estallados, porque aquí no hay cordura que valga ni claves que perduren, solo el amor...o la pasión, o el suculento festín de tu cuello aromatizado de esencias neurales, cerebrales que te piden aterrizar, humanizarte en mis quejidos almizclados, en el dulce rubor de tu rostro perfecto y tus senos perfectos y tu cuerpo, cómo aspirarte sin expirar, aunque no pueda morir si cada día puedo verte en una gota de segundo. Las explicaciones te hacen divagar, perderte en escondrijos que no necesitas, sólo darás el frente cuando tu rostro ya no sienta la presión de las miradas, el calor asfixiante de este cuarto en el cual te veo y te anhelo y te repito y me repites, hola qué tal, chao y yo desesperado por descender al desnivel de la acera para encontrarte en una ráfaga de viento y tomar lo que es mío de tu cuerpo, de tu mirada que no mira sino inspira, de tus palabras y tu intelecto que, ciertamente intentas demostrar demasiado y eso sólo los demás pueden notarlo si quieren, no es obligatorios, ante el stress de hacer el amor en un sueño pretendido te amo, me canibalizo porque te consumo de a poquito, mientras la madrugada nos pide seguir en la tarde, porque la hemos extenuado y tú, en esta realidad de poses encorsetadas lo sabes, porque en el sueño te entregas una y otra vez, luego de maquillarte, acondicionar tu pelo, esa cabellera de fuego que quisiera me enredara hasta el último punto, del sudor, de nuestras carnes bañadas, porque te amo sí, te amo sí, amo tu carne, amo tus formas de mujer, tus atributos de mujer, tu boca de mujer, tu cuello de mujer, tu indiferencia de mujer.

11 agosto 2008

Definiéndote en la cuarta hora del deseo


NÉSTOR MEDRANO

Tus labios: deseo llenarme de ellos, mezclarlos en mi realidad y en mis sueños;
Adherirlos al lugar donde no llega la memoria.

Tu cuerpo; quisiera adquirirlo; así en esa desnudez absoluta, como lo he vivido
En cada sueño, lo he estudiado en cada despertar: deseado mientras duermo
Vivo, y muero. Tus labios: deseo juntarme con ellos; succionarlos. Besarlos hasta que alguien anuncie que he muerto, he resucitado y volví a tomarlos.

Tu cuerpo. Quisiera dibujarme en sus horizontes humedecidos: nadar en sus afluentes azules, poseerte, como suelen ser poseídas las reinas de tronos soñados, despertados, alcanzados y perdidos.

Tus ojos: quisiera que delaten lo que llevo dentro: que me ilustren sobre el camino expedito para llegar a ti y perderte y obtenerte y llenarte y vaciarte y ser los dos en
Fuegos infinitos.

totalmente tú; radiada sobre mis accidentes, lamida sobre mis amaneceres que serán como los propongas: aquí, allá, en algún lugar distante, o cercano, en alguna remota distancia, donde nos busquemos: si me pierdes te encuentro, si te pierdo muerdo tus mejillas, froto tus senos de mujer con déficit de placer, o cariño, o lamidos embravecidos, de piel a piel, probando tus poros, bebiendo de ti, atrapando de ti, buscando de ti, tú, totalmente tú.

Te necesito. Te requiero. Así, mujer ajena, de infinitas complicaciones, de prohibidas sonrisas, de apariciones repentinas y largas desapariciones, de fumadas casi olvidadas, extinta, pequeña, grande, extrovertida: lo sabes, me sabes, me conoces, me manipulas, te aireas y me dejas pendiente del beso, que algún día, te quitaré.
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Acerca de mí

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Periodista, escritor, ganador del Premio Único de Poesía de la Centenaria Alianza Cibaeña de Santiago de Los Caballeros y autor de la novela infantojuvenil Héroes, Villanos y Una aldea, publicada por el Grupo Editorial Norma. Reportero del matutino dominicano Listín Diario.