01 julio 2009

Hombre de Letras se muda

Distinguidos lectores, Hombre de Letras cambia de casa.
entramos en un nuevo proceso para garantizar un mejor concepto de diseño y planteamientos visuales más adelantados.
Néstor Medrano
se accede a través de este link
http://nestormedrano.wordpress.com/

16 junio 2009

PIQUIÑA


fragmento de mi novela infantojuvenil

Néstor Medrano

Presentación de credenciales

Me dicen Piquiña. Es lo primero. ¿Por qué? Porque vivía rascándome. Me rascaba la cabeza, me rascaba la barriga, me rascaba el cocote. Mucho, todo el día. Con decir que una vez me quedé sin un pelo en la cabeza y parecía un centavo. La cabeza aplastada, la nariz pequeña y la frente chata. Son los nervios, dijeron dos o tres médicos de Salud Pública, locos por salir de mí para ir a sus consultas privadas. Nunca pueden venir antes de las diez aeme, decían. Me miraron a la cara, la cabeza como una pelota sin pelos, los ojos hundidos por el hambre crónica de mi dulce infancia y las piernas largas, como dos reproducciones de zancos. El estrés le ha provocado la pérdida de pelos, estatuyeron. Mi madre, que apenas pudo hacer un segundo curso de primaria, no entendió ni jota de eso del estrés, de los nervios, y nunca supo que los pleitos en la casa con Jualberto, su marido que no era mi padre, las peleas de boxeadores que planificaban a doce asaltos en las madrugadas y a cualquier hora hábil, las malas palabras y otras groserías que caían como granizadas entre ellos, me estaban vulnerando los nervios. Desde que me pusieron el cariñoso apelativo de Piquiña, las madres chismosas de los patios y callejones del barrio, me alejaron a sus hijos como si yo fuera víctima o padeciera una peste.
Decían: “ ese carajito es un piojosito. No se roba lo suyo porque Dios es grande, y tiene más malas costumbres que los senadores y diputados”. Me sentí magullado. Ofendido en mi dignidad de adolescente. Pues, si bien es cierto que nunca he armonizado mucho con el agua y el jabón-desde chico sufría de resfriados- y siempre despedía un olorcillo a humo y a orines de vago, que cogía para mí cualquier cosa u objeto que estuviese mal puesto, aunque fuera ajeno, y que en tal virtud muchas y amplias eran las denuncias en mi contra cada vez que se perdía o extraviaba algún dinerito, he creído toda mi vida que hablar en contra de la gente, sobre todo si tenía alguna mañita, era un asunto de mala educación.
Esas madres fueron claramente maleducadas conmigo y, una noche de San Andrés, preparé una botella con dos huevos de gallina hueros, o terriblemente podridos, hojas de repollo con sus días de descomposición y agua combinada con algunos líquidos poco respirables, e hice un peo químico. Trátese, para quienes son poco eruditos en la materia o legos de las festividades juveniles más apasionantes, aunque antihigiénicas y tentativas contra las buenas costumbres, de un artefacto que al ser lanzado contra una pared-cuyos efectos son más satisfactorios si se trata de una bien pintadita- esparce un olor de mil demonios que obliga al inmediato abandono de la morada escogida. El peo químico fue lanzado una madrugada serena y de brisa espesa, contra la puerta de entrada de la casa de la madre que planificó la iniciativa de alejar de mí a los otros chicos. Por mis condiciones-un poco destacadas y difundidas con la malicia natural de la gente de los barrios marginales-entiéndase la rasquiña y algunas mañitas, que sin base de sustentación real, me atribuían. La doña Freddy, madre soltera de siete de mis carnales callejeros, fue la víctima de mi venganza. Recogió sus motetes y abandonó el hogar por siete días con sus respectivas noches. El clima irrespirable de la casa se extinguió con la aplicación en paredes y pisos, de ácido muriático, cinco galones de Mistolín y tres galones de cloro oxigenado, con lo que la dama perdió la cifra de 2, 500 pesos.
El día que fue a mi casa, acompañada de dos policías de uniformes desteñidos y gastados por las tantas lavadas , y que llamó a mi madre para acusarme de “la acción terrorista”, Juallberto, que cuando no estaba borracho o drogado ejercía algunas poses públicas de padre, me preguntó frente a ellos:
-¿Es cierto que tú hiciste eso, Piquiña?
Yo, con mi mejor cara de niño que salía de los diez años,-aunque ya tenía casi catorce-, puse la mejor cara de inocencia del mundo, e inicié un llanto torrencial, me lancé al piso de cemento y negué todo sin emitir una palabra.
-No es por nada, señores-continuó el marido de mi madre-, no puede ser culpable de un crimen un pequeño que llora de esa manera ante las injusticias.
-¡Ese maldito muchacho es un criminal!-acometió doña Freddy con todas las fuerzas de su corazón.
Los dos policías se miraron a la cara y luego miraron a doña Freddy y se encogieron de hombros. Pensaron, luego supe en el destacamento, que si ese viciosito era capaz de explotar una bomba hedionda en casa de una vieja, qué no les ocurriría a ellos, simples mortales del orden público.
Cuando se marcharon, doña Freddy se me acercó, más calmada, por lo menos por fuera, me apretó los cachetes:
-No te apures “rasquiña”, algún día la pagarás.
Se marchó movilizando de un lado a otro su muy portentosa corpulencia. Entonces la acusé de otra agresión moral en mi contra: me llamó “rasquiña”, cuando era universalmente aceptado que ya mi fama y nombradía atravesaban calles y callejones a diez kilómetros de distancia con el impactante nombre de Piquiña.
-Cuidado Piquiña- me advirtió Jualberto- te defendí una vez, pero esa mujer irá detrás de ti.
Le agradecí al granuja por su acertada intervención, con lo cual él, que no era una plasta de pupú, ni un imbécil, ganaba unos puntos. Su defensa, más que gesto caritativo de un padre putativo responsable, buscaba granjearse los afectos, mis afectos, ante las peleas y las constantes olimpíadas de pleitos suscitados entre él y mi madre. Quizás creía que teniéndome como aliado evitaba el riesgo de caer en mis gestiones vengativas, y en este momento, claramente estaba frío conmigo, situación que por supuesto, no era definitiva y oscilaba en términos de las acciones y exigencias del futuro.

El nuevo de la familia

El día que Jualberto llegó a mi casa pidiendo un vaso de agua, que mi madre lo recibió con la cabeza llena de rolos y una bata manchada de grasa por los afanes de la cocina, intuí, en alerta roja, que el peligro era inminente. No por las coincidencias, ni por las casualidades del destino, sino por un desarrollado olfato que venía incrementándose en mis estados de precaución ante las eventualidades de la vida.
Dos horas antes, luego de aventarme uno de sus zapatos, con un brazo de pitcher de grandes ligas y un mensaje explicativo de “muchacho del diablazo”, añadió: “voy a buscarme un hombre para que te meta en cintura”.
Jualberto llegó con su tijera de jardín, embadurnado de un sudor perfumado a cloaca, un sicote que subía directamente de sus pies hasta las narices de los pobres mortales, y recorriendo con su cara de borrachín los pocos trastos y tereques del recinto hogareño.
Dijo, “¿aparece una agüita para este infeliz? Mi madre no solo le dio el agüita, sino que al buscar en mi comida la carnita guisada que acompañaba al arroz, el plato parecía un lugar triste con el cereal solo tapizado por una grasita vacía. Mientras, Jualberto chorreaba mordiscos sobre los suculentos muslos, la jugosa pechuga, hasta el cocote y las patas-piezas desdeñadas estas últimas en mi tradición de comensal exigente. Es así que, sospeché, ligeramente, que mi santísima madre me había quitado la carne para ofrecérsela al nuevo adonis del lugar. Ella me miraba de reojo y yo, con mi carita de desplazado no pude evitar hacer las bembitas correspondientes y protocolares y tragarme el dolor de mi culpa.
Puedo decir que, a la inversa, de tal palo tal astilla, Jualberto fue fruto de una venganza de mi madre. Dos días antes, yo, un infeliz chico incomprendido, con gran estrés por la situación escolar, abatido por mis calificaciones de arbolito de Navidad, todos los números en rojo, decidí visitar al cura párroco del barrio, con un claro interés de hacer mi acción del día.
El padre Lorenzo, con los ojos ingobernables, porque mientras uno miraba hacia la izquierda, otro lo hacía hacia la derecha, rezaba de rodillas bajo el Cristo crucificado. Bañado en llanto-yo soy un chico sensible desde mi temprana niñez-lo toqué en uno de sus hombros. Padre, padresito y sollocé, me soné la nariz con mucho ruido y me recriminó: “¿qué quieres Piquiña, no ves que estoy orando?
-Usted, padresito, debe suspender cualquier cosa que haga para atender a las almas en pena.
-¿Y dónde está el alma en pena, Piquiña?
-Usted lo está viendo en persona, padre Lorenzo.
El padre, reacio ante cualquier actitud que atentara contra la fe de le feligresía y comprometido con la búsqueda de espíritus atribulados, se levantó:
-¿Qué es lo que ocurre, Piquiña?
Le expliqué: mi madre resbaló al salir al patio, usted sabe que los malditos patios-perdón por la palabrota-, cuando se mojan se enlodan y mi santísima madre, al resbalar se rompió la boca, perdió dos dientes y está tan avergonzada, no quiere que la gente, los hijos del Señor, vean a una de sus siervas en tales condiciones. Necesita, padresito, dos mil pesitos para arreglarse la boca y colocarse las piezas caídas.
El padre, inicialmente de alma pura, fue a la caja que tenía bajo llaves en una habitación y sacó el dinero que entregó al menor preocupado, es decir a mí, en misión redentora.
-Dale un buen uso. Eran para pintar la imagen de la madre de Dios.
Bajé la cabeza en señal de reverencia para escuchar el balsámico mensaje del pastor de almas.
-Mi madre-dije- como sierva de Cristo, podrá, con estos chelitos, brindar su mejor sonrisa al Señor.
Como yo era un ser universalmente coherente con la solidaridad en la vida, el dinerito fue utilizado en varias causas importantes de enaltecimiento espiritual. Busqué a Jonás, mi compinche y mejor amigo, por la misma suerte del destino hijo de la ya inmortalizada doña Freddy y tomamos un taxi para la Torre Acrópolis. ¿Qué podían hacer dos llagados lameplatos, excluidos de la sociedad, pobres y marginados, en un lugar de riquitos plastas? Me pregunté filosofando un poco y respondiéndome: nada más que gastar los productos del Señor. Los guardias de seguridad de las distintas tiendas, al ver nuestras fachas, yo con mi cabeza plana y mi nariz abollada, con unas bermudas cortadas de un viejo jeans, otrora propiedad del marido de mi madre y Jonás, con un afro y un arete en la nariz, se pusieron en alerta. Los veía en cámara lenta hablando por sus radios, cubriendo los pasillos y trasladándose discretamente hacia los lugares donde nos deteníamos. Nos sentamos cómodamente en uno de los Fast food y pedimos dos hamburguers que masticamos como si el mundo estuviera en sus finales. Luego dos vasos enormes de Coca-Cola, con sus posteriores y salvajes eructos que impulsaron a más de tres o cuatro padres que compartían con sus chiquillos, a mirarnos con ojos de asesinos y decir entre dientes, “malditos puercos”. Después, los guardias de seguridad subieron a toda marcha al tercer piso, donde Jonás y yo penetramos a un muy bien iluminado salón de juegos electrónicos. Dos o tres horas después salimos extenuados y sin un centavo en los bolsillos.

06 junio 2009

Luis Llosa filmará vida de Porfirio Rubirosa




Néstor Medrano


(En honor a mi amigo Pablo Clase Hijo)
Supe que el cineasta Luis Llosa, primo del novelista Mario Vargas Llosa y realizador de películas como La Fiesta del Chivo, basada en la novela homónima del autor peruanoespañol, que nos toca las fibras como dominicanos y que narra un episodio fundamental del ajusticiamiento de Rafael Leonidas Trujillo Molina y de Anaconda, una producción hollywoodense de gran factura, escudriña la biografía de Porfirio Rubirosa, el play boy dominicano que estuvo casado con Flor de Oro Trujillo la hija del tirano, que fue amante de la húngara Zsa Zsa Gabor, de la estrella de Hollywood Kim Novak, de la famosa actriz francesa Danielle Darrieux, de la multimillonaria Bárbara Hutton y de otras divas de esa época de misterios y neblinas, para filmar una película. Mi información establece que, fácilmente, el mismo Mario Vargas Llosa, uno de los novelistas contemporáneos más importantes de Hispanoamérica estaría interesado en escribir el guión. Por el hecho me siento contento, no porque se escoja a un personaje dominicano de dudosa estopa y vida promiscua, que sin embargo, no deja de ser un personaje fascinante para el mundo de la Literatura y el Cine, por su comportamiento, por las posiciones que ocupó en la sangrienta tiranía de Trujillo, sino porque mi muy querido amigo de hace años Pablo Clase Hijo, el biógrafo más completo del referido personaje, recibió una llamada y personas allegadas al cineasta Llosa le requirieron una copia del libro de su autoría sobre Rubirosa, cuya edición hecha hace décadas por editora Taller no aparece ni en los centros espiritistas. La información preliminar me permitió felicitar a mi buen amigo Pablo Clase, el dominicano que ciertamente tuvo acceso a las mejores fuentes para escribir su libro, con entrevistas vívidas a familiares de quien fuera yerno del tirano, a amigos y a los anaqueles de un archivo rico en informaciones. Pablo Clase, con una sonrisa siempre pintada en los labios, con un don de gente poco visible en escritores de su categoría, mantiene su columna en el Listín Diario “Figuras de este mundo” y también ha escrito la más aproximada de las biografías de María Montez, que en su tiempo fue llamada la Reina del Technicolor. Muchos de los libros posteriores que se han escrito sobre la vida del play boy latinoamericano, han disfrazado sus historias con tesis rarísimas, pero, en el fondo no son más que gruesos textos con mucho de plagio, ya que utilizan información del libro de Pablo Clase Hijo, fotografías, textos y pasajes y ni siquiera se empeñan en referir la fuente original. Yo que, en mis afanes literarios he tratado de buscar el apoyo intelectual de figuras como el escritor, poeta, novelista, crítico de cine y amigo Luis Beiro y como Pablo Clase, por la vastísima cultura que ambos poseen, y por el compromiso ético y moral que como escritores sé que es innegociable en ellos, no puedo dejar de asumir como mío este triunfo. Pablo Clase ignora que yo me enteré del intercambio de mails que hubo entre representantes de Llosa, y él. Ignora que se interesaron por su libro y que supe que una figura de primer orden de las decisiones culturales del país le recomendó a Llosa que el libro legítimo, con la historia desde el origen, que narra episodios fidedignos de la vida incluso del padre de Rubirosa, su nacimiento en San Francisco de Macorís, de su escape cuando Trujillo quiso matarlo y Rubi fue perseguido. Yo, como periodista, como escritor, como amigo de Pablo Clase, a quien conozco hace más de ocho años y con quien he hablado de mis devaneos con la Literatura desde cuando veía como una posibilidad muy remota publicar algo, no podía dejar de hacer un comentario al respecto. Esto, más que un material periodístico revelador, que contiene la certeza de que el contacto se hizo, al igual que los intercambios y que el cineasta le comentó a uno de sus allegados que cuando estuvo en el país filmando La Fiesta del Chivo no pudo conseguir ni un ejemplar del libro, no da más espacio a la duda.
He sido siempre de los que han admirado a Pablo Clase por su bonhomía, por su decencia y porque puede darnos cátedras sobre la humildad por encima de la grandeza que en él es consustancial.

24 mayo 2009

ECOS DEL VIAJE A TU CUERPO





NÉSTOR MEDRANO
He llegado desde el principio de tu voz
en un viaje denso, largo y despoblado:
me he surtido en cada puerto
de miradas, de noches, de días y extensas
pasarelas de cansancio.

He buscado entre mercados y calles repletas de gente,
Entre plazas, hoteles y pensiones
Un develador de códigos para descifrarte
Con esos minúsculos enigmas.

Y en el viaje desde el principio de tu voz
descubrí que cada letra de un nuevo alfabeto,
cada sílaba bañada en almíbar
y crema de guayaba: ERAN el preludio de la lluvia.
Para derretirnos en su furor.

Y llegar ha sido difícil: en el trayecto he debido
lidiar con tu cuerpo, bronco desde la médula
salvaje desde el pubis y sus boscosos torrentes
por poco peligra la travesía.

No ha sido fácil domar lo indomable
ni morder esa boca de labios carnosos
ni aspirar a tu cuello al replantearse la noche.

No ha sido fácil descifrar esos códigos,
ni abrir esas carpetas donde guardas el odio
ni sustentarme en caricias grises color de la lluvia
para terminar desde el principio de tu voz.

No ha sido fácil despertar las corrientes del lecho,
donde se precipitan las aguas contra las rocas
y todo lo impactan, todo lo destrozan
desde el fondo del dolor

He llegado desde el principio de tu voz
En un viaje denso, largo y despoblado:
a partir de tu cuello
del batir de tu garganta
hasta las curvaturas de tu
cintura
y tus ecos son mudos
y al mismo tiempo
enmudecen mi voz.

22 mayo 2009

Miguel Cocco: la bondad incorruptible













Con Cocco solo compartí como periodista, en las distintas actividades que me tocó cubrir. Fueron muchas. Unas en sus funciones como director de Aduanas, otras en múltiples homenajes. Hoy lo asumo en Hombre de Letras en homenaje a su integridad, a su seriedad a toda prueba y a su patriotismo, en momentos en que República Dominicana atraviesa una crisis de valores muy poderosa.

Néstor Medrano
Miguel Salvador Cocco Guerrero cuenta con una hoja de vida en la que se destacan sus condiciones de moralidad innegociable, que supo emplear en cada uno de los escenarios en los que cosechó sus frutos como servidor público, empresario y patriota que jugó roles estelares en la Historia reciente de República Domicana.
Según los registros, nació en la ciudad de Santiago de los Caballeros, el 21 de agosto de 1946. Era hijo de Manuel A. Cocco y de Gisela Guerrero, quienes se trasladaron junto a él a la capital del país muy temprano en su infancia.
Realizó sus primeros estudios en el Colegio de la Salle, forjándose allí, a partir del 1956 como un estudiante consagrado y meritorio.
Se graduó de licenciado en Sociología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y posteriormente se integró a las labores de investigación como docente. Allí cofundó el Centro de Estudios de la Realidad Social Dominicana (Ceresd).
Cocco participó de manera activa como comandante revolucionario en varias etapas de los procesos registrados en el país a partir del 1965. Hombre de confianza del coronel de Abril y presidente constitucionalista, Francisco Alberto Caamaño, el 16 de febrero del 2006 antiguos militantes de la organización Comandos Revolucionarios Camilo Torres (Corecatos) lo distinguieron en un acto emotivo.
Como los grandes hombres con una impronta trascendental en sus naciones, la vida de Cocco se enmarcó en los ámbitos público, privado y cultural.
Se le reconoce oficialmente como el editor de uno de los cuentistas fundamentales de hispanoamérica, con quien compartió una amistad que iba más allá de la camaradería y la mutua admiración, Juan Bosch. Estos aportes focalizaron en la producción de libros desde la editora Alfa y Omega, fundada en la década de los setenta, donde Bosch publicó una gran parte de sus obras literarias.
En 1980 registra la revista de interés infantil y juvenil Tobogán, en 1981 tuvo participación en la Editora El Nuevo Diario, que edita el periódico homónimo.
Distinciones
Las reseñas periódicas indican que el 31 de julio de 2006 Cocco fue reconocido por la Cámara de Diputados por su trayectoria a favor de los mejores intereses del país al frente de la Dirección General de Aduanas. Asimismo, su Alma Mater, la UASD, le distinguió el 13 de diciembre de ese mismo año con el título de Profesor Honorario de la Facultad de Ciencias Económicas, al considerar que "el director general de Aduanas es el referente moral, del valor y la entrega desinteresada en un país en donde la corrupción es la causante de la aguda pobreza y el atraso social en que vivimos".



Funciones Públicas



Durante el primer período de gobierno del doctor Leonel Fernández Reyna (1996-2000) asumió la Dirección General de Aduanas (DGA), cargo que nuevamente le fue confiado al retornar al poder en el período 2004-2008, Fernández Reyna y el Partido de la Liberación Dominicana y en este período que va desde el 2008 al 2012.
Sus colaboradores y los sectores empresariales resaltaron en varias ocasiones su labor al frente de esa instancia de recaudaciones, con le reconocimiento de que pudo reducir hasta su mínima expresión un fenómeno delictivo extendido durante décadas como el contrabando y la evasión de impuestos.
A la primera gestión de Cocco se le atribuye la promulgación de la ley 226 en la que la DGA dejó de ser una dependencia de la Secretaría de Estado de Finanzas al adquirir autonomía funcional, presupuestaria, administrativa, técnica y patrimonio propio.
El 22 de agosto de 2007, el Senado de la República lo reconoció por su destacada hoja de servicios en su vida pública y privada. En agosto del 2008 fue reconocido por las Fuerzas Armadas de la República Dominicana por el apoyo ofrecido a los cuerpos armados para el cumplimiento de sus responsabilidades en el resguardo de la seguridad nacional.
En ese mismo mes, fue reconocido por el Colegio de Artistas Plásticos por el apoyo que ha dado a los pintores, escultores, grabadistas, entre otros artistas dominicanos, y por su honestidad como ciudadano y servidor público.

Antecedentes
de padecimientos


En agosto de 1999, al despuntar el primer el gobierno del presidente Leonel Fernández, el director de Aduanas Miguel Cocco viajó a Miami, donde fue ingresado al hospital Baptist para ser sometido a exámenes y determinar el origen de dolencias que le aqujaban desde hacía tiempo. Para esos días, Fernández Reyna encomendó al entonces candidato presidencial peledeísta Danilo Medina visitar al funcionario y preparar un informe su real situación de salud. Cocco formaba parte del equipo de campaña de Medina. Por estas dolencias renales se preocuparon el presidente Leonel Fernández y el hoy fenecido ex presidente Joaquín Balaguer, quienes informaron que habían hablado con Cocco a través de la vía telefónica para enterarse de su salud.
El 27 de agosto Cocco fue sometida a su séptima diálisis en el Baptist y allí su esposa Minerva dijo que el convaleciente fue intervenido al mediodía. Según estos reportes, y por palabras del propio Miguel Cocco, expresadas a periodistas dominicanos, el diagnóstico dado, luego de los chequeos es que padecía una nefritis y una producción en exceso y una proteína llamada de cadena ligera en la médula ósea. A partir de entonces, según dijo Cocco, comenzaría a recibir un diagnóstico de quimioterapia por vía sanguínea durante cuatro días, continuando en los próximos tres meses para corregir la deficiencia proteínica, de carácter genético, alojada en la médula ósea. La estadía de Cocco en en el centro médico de Miami, se había extendido desde agosto hasta casi mediados de es septiembre cuando fue dado de alta.

Miguel Cocco recibió, en su último adiós honras militares, que incluyeron una salva de 21 cañonazos y sus compañeros entonaron el Himno del 14 de Junio.

18 mayo 2009

Benedetti, estás a la diestra de Dios


Mario Benedetti, te has ido. Has levantado el vuelo de esta tierra rumbo al norte de una mejor vida, donde tal vez, el Sur también existe. Me has dejado triste pero contento y bebiendo hasta la borra del café, esta infusión que siempre me olerá a llanto, a recuerdo de tu rostro de uruguayo universal.
Ve, ve con Dios, que los poetas como tú no mueren, se sientan a la diestra del Señor.

Néstor Medrano

(Un minuto de silencio y luego, uno de los poemas de Benedetti de mis mayores aprecios)

CORAZÓN CORAZA

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

13 mayo 2009

Mis controversias con el Código Da Vinci

Blanca Miosi

Ahora que se exhibe en los cines dominicanos la cinta Ángeles y Demonios, y desempolvando algunos archivos, presento a los lectores de Hombre de Letras, una intervención que tuvimos mi amiga la escritora Blanca Miosi y yo, el 20 de julio de 2005 en los foros españoles de Infobalear, de nuestra querida amiga, pintora y narradora Joana Pol y en Yoescribo.com, sobre la controversia del Código Da Vinci.


Código Da Vinci: Cristo, hombre, marido o santo« fecha: 20 de Julio.

NÉSTOR MEDRANO

Ahora que Dan Brown, autor del libro El Código Da Vinci, quizás ha creído que descubrió el ron con Coca-Cola, con esa novela que le atribuyen haber escrito, es bueno que algunos sepan que el problema de Cristo, Jesús, el Hijo del Hombre, se ha discutido durante cientos de años: ¿era María Magdalena su mujer? De ella sólo se ha especulado que era una prostituta, aunque la Biblia no lo establece enfáticamente por parte. Pues bien, El Código Da Vinci, centra su historia en la filiación del genio del Renacimiento Leonardo Da Vinci en un movimiento, agrupación o asociación secreta, el Priorato de Sión, que tenía como principal fundamento guardar el secreto de que Jesús, ese Mesías que murió por la humanidad en Jerusalén, había procreado una hija con María Magdalena y luego de la crucifixión la mujer huyó en una canoa sin remos hacia francia, donde alumbró a la niña. En algunos pueblos de Francia la especie ha circulado de generación en generación, aunque no hay documento probatorio. Pero el entramado es más complejo. En una de las obras fundamentales de Da Vinci, La última Cena, no aparece el vaso en el cual Jesús bebió el cáliz, la misma noche de la traición de Judas Iscariote y se exhibe, al lado del Mesías a alguien con rostro femenino, algunos han dicho que es Juan, pero otros argumentan que es María Magdalena y se habla de los documentos apócrifos, otros evangelios que fueron extrañados de la Bibilia por la Iglesia Católica Romana, que narran una cierta preminencia que tuvo María Magdalena en la vida de Jesús. Mi intención no es dispersarme en cápsulas alusivas al libro que se ha convertido en un best seller y que el mismo autor ha dejado entrever, carece de la rigidez de una investigación. Aquí volvemos a dos temas fundamentales: la novela, y nadie se ha detenido a pensarlo en este machacadero que se ha armado a nivel mundial, no tiene por qué dar datos auténticos y ya la jodida discusión es manida. Catedráticos y reptiles del conocimiento han querido desmentir, los alegatos de la trama, que ni siquiera son originales de Brown, pues él tuvo que abrevar de otros libros, que hablan de protectores templarios, del santo grial y otras jodiendas, e incluso, ya antes, había circulado la novela La última Tentación de Cristo, de Nikos Katzantzakis, o una vaina así, que narra la vida y los amores carnales de Cristo con María Magdalena. Lo que sí es cierto es que el libro ha renovado viejas rencillas intestinas de la otrora inquisitorial y poderosa Iglesia Católica: se plantea por ejemplo, la razón que hubo para despalazar a María Magdalena, a quien muchos eruditos atribuyen ser la miembra más importante del discipulado de Jesús y dar preminencia a María, la madre carnal del Cordero Sagrado. Otra cuestión fundamental ha revivido; Jesucristo visto como un hombre que nadie puede negar tuvo sus necesidades, además de las biológicas, las físicas y las fisiológicas, como todo ser humano y si llevó una vida conyugal con María, creo, otros creen y otros maldicen a quienes lo creen, esto, definitivamente no le quita ni un ápice de la santidad que le dan los rudimentarios textos del Nuevo Testamento. El tema es tan apasionante que más que el conocimientro que puede generar, es pasible de ser convertido en un verdadero tema no sólo místico o cristiano-religioso sino literario. La novela, por sí sola se explica y no puede ser objeto de análisis históricos estrictos, o científicos o naturalistas, porque la novela, en tal como género, da los instrumentos al escritor para deformar la realidad, transformarla, desmitificarla o llevarla a los más desesperantes grados de supremacía esotérica. No es lo mismo que la Historia. Esta narración, cautiva por la complejidad del género negro; se trata de una novela policíaca, hay que encontrar las señas y las huellas, mejor dicho los rastros dejados de Da Vinci, que ya ha creado una leyenda con la pintura cumbre de su producción La Monalisa; algunos dicen que es mitad hombre, mitad mujer, que también guarda secretos que él ni Victor Hugo, ni otros genios que pertenecían a la sociedad secreta podían ventilar abiertamente. Todo lo que huele a Da Vinci apasiona. Era un intelectual, un avanzado de su tiempo, con una cosmovisión poco común, una genialidad que sólo expresaba en su larga barba blanca cuando caminaba por las calles de Flrencia. ¿Era Jesucristo un hombre de carne y hueso que podía sentir la necesidad de compartir sexualmente con una mujer o es un mito que se ha alimentado a través de los siglos para mantener el celibato que hoy es tortura de sacerdotes con la doble vocación cristiana y física? Fue desplazada con saña María Magdalena para despojar a la mujer de la capacidad del sacerdocio. Creo que la novela de Brown es válida. Pues es de esos libros que hasta el Papa tiene en su mesón para leer luego del devocionario, por simple morbosidad intelectual. Sin lugra a dudas, se trata de un nuevo caminlo, un nuevo sendero literario que buscará reorientar el camino editorial y por eso la jodida tendencia a tratar temas históricos, no necesariamente controversiales, que además de evasivos de la realidad, no hay problemas actuales escudriñados y por ende no hay enemigos poderosos, pues, la historia es vida muerta de hechos pasados que pueden influir en los dogmas y dicteruios ancestrales, pero no causan tanta roncha como develar en clave el motivo de la quiebra de un banco de un país. Es que, se hace incomprensible, pues, que a través de varios siglos de historia bíblica inducida, la mujer tenga tan poca presencia, tan poca importancia formal y conceptual en las grandes decisiones de la Iglesia, lo que claramente matiza la acusación que se ha hecho siempre, de que la Iglesia Católica ocultó información acerca de la vida de Jesús. Incluso, puede alguien decirme qué hizo Cristo desde que apareció a los ocho años junto a los sabios del templo, y el interregno que corre hasta que vuelve a aparecer a los 30 años, como ayudante de José, el marido de María y los 33 cuando inicia su ministerio, es bautizado por Juan el Bautista y muere salvajemente crucificado. Pero, como aspirantes a consumarnos como escritores sólidos, tenemos el deber de indagar, de inmiscuirnos en esas controversias que, si bien históricas, redundan en la parte fictiva, en nuestro propio interés por conocer las cosas desde el origen. Cristo pudo claramente tener el deseo de convivir con una hembra, hacerla su mujer y satisfacer sus deseos carnales: del mismo modo que al hombre le da ganas de comer o de orinar o de dormir, también siente esa presión de la sangre enervante, de los instintos. Entonces cabe preguntarnos también, en este contexto de puras especualciones y el Código Da Vince es un gran especularium, si la santidad puede perderse cuando alguien obedece el llamado de los instintos, la sed de la carne. ¿Perdería Cristo, la santidad milenaria y el aura del gran mártir si los evangelios apócrifos son revelados. Porque en ellos, más que en Juan, Mateo, Lucas, están Felipe e incluso uno que escribió la María Magdalena, donde se narra la vida de Jesús a partir de su punto de vista. ¿Qué hubiera sido mejor, que se insinuara que Jesús era gay, si partimos de una cierta afinidad que poseía por Juan, su discípulo, de quien dije más arriba, muchos lo describen con un rostro terso y líneas delicadas de mujer? Cualquiera que me conozca diría, pero a éste le ha cogido con vainas heréticas a estas alturas de juego y saben algo, me importa un carajo; esa súper producción que hizo Mel Gibson, recientemente, sobre la vida de Jesús, fue criticada con acritud por los niveles gráficos de violencia que se exhibieron y las escenas sangrientas que han conmovido al mundo. Coño, lo que quiero mover es una discusión, pues hablar de Jesús o de secretos, o de Leonardo Da Vinci es siempre placentero, porque, como figuras legendarias y míticas, siempre abundarán las versiones cínicas e iconoclastas al respecto.
Rastreado

Quienes conocen las distintas versiones de la trágica vida del Hijo del Hombre, tienen la certeza de que esos relatos son fidedignos y que han pasado de una mano a otra sin grandes cambios en estos dos mil años de predominio cristiano no fundamentalista, porque la Iglesia Católica fue fundamentalista y criminal en sus siglos hegemónicos, cuando el mundo estaba supeditado al reinado de las sombras y muchos, fueron los que murieron quemados, rostizados en las hogueras fatídicas. El Código Da Vinci es una de las tantas reflexiones sobre los misterios de la vida monástica y los manejos sombríos que se dan a los hechos por la conveniencia propia de grupos y sectas que forman un gran todo de mafias y oprobios a través de la historia. La misma idea de que Jesús procreó con María Magdalena una hija y que la misma forma parte de una leyenda que asola las costas francesas y que hay una descendencia, una familia de Jesús, que está fundamentada en los Sinclair, antes conocidos como los St. Clairs, mueve a confusión. Pero, hay otros libros que presentan una panorámica de la vida del Mesías, en esos años perdidos que no fueron recogidos por la Biblia, o que fueron extirpados insanamente de la Bíblia, para ocultar cosas nodales; como su instrucción en los países del oriente, las enseñanzas y los aptrendizajes que adquirió en las costas de Japón e Indonesia. Jesús seguirá siendo una leyenda. Pero el novelista que se plantea hacer de Jesús uin personaje literario debe tener cuidado con los prejuicios y la hipocresía descomunal que han primado sobre el tema. Ya antes, Humberto Eco, habló de temas vulnerables en el Nombre de la Rosa, deshilvanó códigos, abrió pasadizos del saber milenario escondido. Lo básico de estas tramas magníficas es que se trabajan desde el punto de vista policíaco, se da vida al género negro0 tan vilipendiado por la oligarquía intelectual de paíse cultos como España, Francia e Inglaterra, en Estados Unidos su connotación es más estimada, quizá, porque ha servido de plataforma para presentar esas películas detectivescas, buenas a veces y pucheros de mierda la mayoría de las ocasiones.
Blanca Miosi
Néstor: Como bien dices, el tema de la virginidad o no, de la virgen, de la reputación, o no, de María Magdalena, y el de la virilidad y humanidad, de Jesús, es inacabable. Es un largo ovillo del cual algunos, astutamente o por desear llegar a la verdad utilizan para llegar a la inmortalidad. Leonardo Da Vinci con su ültima cena, por ejemplo, según los estudiosos y especialmente aquellos que dicen pertenecer al famoso Priorato de Sión, dejó algunas pistas, y debe haber algunos más por ahí que no conocemos. En casa tengo un libro que habla del asunto, pero cuyo título exacto no me viene a la mente, pero en los años setenta causó una gran controversia y muchos billetes en la cuenta bancaria de sus autores, (fueron dos). En cuanto al ocultamiento de la Iglesia respecto a la virginidad de María y a la vida privada de Jesús, no comprendo cómo, a estas alturas, cuando el hombre está buscando nuevos horizontes en el universo, la religión aún conserva dogmas que anteriormente pudieron haber sido válidos debido a la ignorancia de la gente. Creo firmemente, que muchos cristianos y católicos sospechan la verdad, que todo fue un cuento fraguado por la religión para mantener su puesto en el lugar que le corresponde, o sea, si la religión católica está basada en la resurrección de Cristo, Jesús, y dicen que él fue hijo de Dios, nacido de una virgen llamada María, a través de un ente quasi incomprensible como lo es el espíritu santo, de ninguna manera pueden dar marcha atrás. Podrán hacerlo respecto a las pastillas anticonceptivas, tal vez hasta aprobando en un futuro el homosexualismo, pero jamás darán un paso atrás para develar sus dogmas en los cuales se basa su creencia. Caería el poder religioso católico, y hay que ver que es un gran poder. Finalmente, Brujos y jefes, a la manera tribal, convertidos ahora en gobernantes y religiones, nada ha cambiado, y cada cual buscará la mejor forma de conservar el poder, aunque tengan que acudir a las peores e increíbles patrañas, más dignas de nosotros, los que sí admitimos que somos inventores de cuentos. Dan Brown supo sacar provecho a ese filón de oro que es el misterio religioso. Y a mi entender lo hizo muy bien, aunque los puristas de la lengua digan que su libro está mal escrito. Puedo decir en favor de éstos últimos, que el final fue un poco flojo, esperaba algo más después de haber recorrido sus cuatrocientas y pico pagínas con tanto ardor. Espero que el guionista del filme lo haga mejor. B. Miosi

Te explico algunas cosas: aunque la Iglesia Católica ya ha superado algunos de sus vestigios más terroríficos, como fue la Santa Inquisición, e incluso, pidió perdón a la humanidad por los tantos asesinatos cobijados bajo el ateísmo, la brujería o la herejía, secretos fundamentales se guardan bajo llave, debido a que, un monstruo, no puede ser vencido de una simple estocada. Todavía quedan pendientes temas tan cortantes como la soltería del sacerdocio, cuestionada y que ha llevado a jóvenes desesperados a cometer las aberraciones menos pensadas y a famosos párrocos, obispos y diáconos a cometer crímenes tan deleznables como la pedofilia, la violación sexual y a que cardenales y obispos tengan sus relaciones homosexuales o heterosexuales, ambas de manera clandestina, porque ambas son prohibidas porel Código Canónico. Otra de las discusiones que se renuevan a piel viva es la situación de la mujer y su propia dignidad humillada ante la cruel negativa de que se ordenen sacerdotas. Es un tema espinoso. También, es un hecho cierto que a lo interno de la Iglesia Católica hay sangrientas y secretas luchas de poder político, corrientes que van de un lado a otro y acontecimientos que no salen a la luz pública, porque los imperios y la Iglesia Católica, aunque en declive, nunca ha dejado de ser un imperio mundial que no para mientes a la hora de guardar intactos sus dogmas y sus secretos más vulgares y humanos. Esa es la gran verdad de todo esto. La luchas de poder. La Iglesia Católica no es simplemente un templo con con santos y viejitas arrodilladas, es un Estado polítícamente estructurado, con sus mafias y sus degradaciones, sus riquezas y sus miserias. Nunca aceptarán revelaciones. Nunca aceptarán que Jesús fue más que todo un hombre que debía orinar erguido y sentir algún cosquilleo cuando descubría algo, en la sonrisa de María Magdalena.



Blanca Miosi



Completamente de acuerdo contigo, veo que una vez más coincidimos en las ideas. Nestor, hay una página que se llama: "Los foros del café" de Café de Artistas. Hace un tiempo estoy allí y me parece genial. Puedes colgar relatos cortos y nadie tiene que ir a descargarlos a ninguna parte, porque son leídos ahí mismo, de manera que por menos cantidad de veces que te lean, llegas a unas 60 como mínimo. Eso sí, no deben ser más largos que una o dos páginas. ate una vuelta por Foros del café y te darás cuenta. Allí básicamente se habla de lo que nos interesa, y lo más importante: Eres leído. Saludos, B. Miosi

10 mayo 2009

DIVAGACIONES SOBRE LA TERQUEDAD


NÉSTOR MEDRANO

Desde que era chiquito, siempre me gustó la claridad en las relaciones con las demás personas, lo que quizás en esta época de superestrellas con mujeronas fenomenales y envidiable teleaudiencia, como el bonitillo de Alberto Cutié, no tenga mucha importancia, como muchas otras cosas que, por jodida desgracia se han perdido. Esa claridad se refiere a esos valores que se tienen guardados, que nos filtraron desde la edad de la inocencia en nuestras casas, que nos hace remontar a los tiempos inmemoriales de la universidad o la secundaria, donde las cosas eran un chin más puras que antes. A nosotros los que escribimos, siempre nos han acusado de ser muy vulnerables, sensibles-que nos pasa algo y no nos duele, pero si es a un amigo, una amiga, a quien pica un mosquito, nos preocupamos. A veces esa sensibilidad es cierta. Nos volvemos una vaina, por no decir otra cosa, acaso este texto lo lee algún niño interesado en cosas sin sentido, o alguna persona que sabe que nos interesa, de alguna manera nos interesa más allá de lo cotidiano y que, en ocasiones crea un muro, una coraza de aislamiento tan potente que la desproporciona chin a chin, solo por miedo a errar, a cometer alguna equivocación: mi mensaje es, debemos equivocarnos de vez en cuando para reconocernos como seres humanos. Y es que, qué cosa, no me gusta ser infalible. A veces hay quienes creen que puedo ser infalible, certero al cien por cien, sin fallas y yo, como un grandísimo imperfecto, me río y me remito a la canción del viejito Franco de Vita, que habla de su humanidad, su piel de gente común y corriente, que vive y siente como ser imperfecto, aunque su diva lo vea como estrella. Claro que mi inmenso ego-casi de mi tamaño-, nunca me haría sugerir que me comparo con Franco de Vita. Yo no soy cantante. A lo que quiero llegar, sin que me vean como un plasta antes de finalizar esta reflexión de casi medianoche, sin café, con un aire acondicionado que me acojona la piel desde esta redacción de Listín Diario, y con la tortura de no tener cigarrillos, es al hecho de que ella debe abrirse un poco más y expulsar los demonios de sus temores. Que existen personas que a la hora de ofrecer su apoyo, de ofrecer disponibilidad para cuando es necesario, en momentos de dificultades, merecen la oportunidad sin ningún prejuicio, de dejarlos actuar, sobre todo si hay una intención de protección, de aplicar condenas por un agravio lamentable.
Pero, del mismo modo hay quienes opinan que las palabras pueden ser cortantes, desangrar la voluntad de alguien-qué puedo pensar si la palabra es nuestro instrumento, digo, de los que escribimos-, si la palabra de vez en cuando puede saturar, llenarnos tanto que no hay manera de hablar bien del tipo este que nos tiene hartos de tantas cuchilladas expresadas en verdaderos mensajes extraídos del forro de los adentros. Pero esta jodienda es así.
Esta claridad, para retomar el camino de inicio de este combo de palabras, está cimentada en la búsqueda de un punto común. Que ella entienda que hasta que no me mire de frente y me diga a la clara “No quiero nada contigo, no quiero saber nada de ti, ni quiero seguir leyendo tus palabras nunca más”, voy a seguir, pues está escrito “la voluntad de Dios se expresa por distintas vías, perdón, no es ese, es este, lo que no se prohíbe no está penalizado”. Pero, qué hacer. Debemos esperar a que las cosas también sean claras en todas partes. Pero, ¿qué es la claridad divina?, preguntaría el padre Alberto Cutié. ¿Dónde están las razones para no razonar más allá del simple razonamiento humano?
Lo que quiero decir, antes de retomar nuevamente a Roncagliolo en la lectura de su novela Pudor y abandonar esta redacción hasta el día siguiente, e ir a mi casa a dormir, es que todo es una vaina y no hay que dar tantas vueltas, ni hacernos campeones de la indiferencia, porque con ella, hay quienes saben golpear, hasta sangrarnos los labios.

04 mayo 2009

ENTREVISTA AL ESCRITOR NÉSTOR MEDRANO


Esta es la entrevista íntegra que la poeta, periodista y amiga, Jennifer Marline me hiciera y que se publicara en la sección cultural Ventana, de Listín Diario. La reproduzco en Hombre de Letras, en interés de que sus lectores conozcan el pulso de una entrevista que me enorgullece.

¿Cuándo y cómo te encuentra el llamado de la literatura?

Para mí establecer la época es fácil. Desde muy pequeño me gustaba dibujar, esa, realmente era una pasión que cultivaba hasta entrada la edad adulta. Incluso mis familiares y amigos creían que me inclinaría por la pintura. Recuerdo que un día fui a ver la película Los Diez Mandamientos, a la Matiné y luego, compré un cuaderno en el que reinventé toda la historia de Los Diez Mandamientos. Hice un paquito, con ilustraciones y textos, muy rudimentario. Mi familia se reía muchísimo porque dibujé a Moisés con una pistola, al momento de defender a unas mujeres que buscaban agua en un pozo. Imagina, Moisés con una pistola. No tenía conciencia de que algo estaba surgiendo, algo de lo cual me convencí posteriormente, cuando descubrí que la Literatura, así con esa “L” mayúscula no era un mero pasatiempo. En primero de bachillerato el profesor de Español me escogió para saludar al gran cuentista Abel Fernández Mejía en nombre del curso, me puse nervioso y todavía no sé cómo salí del trance al ver a ese señor grande, que aparecía en los libros, al mediodía, con ese traje y esas gafas negras, a quien formulé algunas preguntas. También muy joven tuve la oportunidad de entregar unos textos aspirantes a cuentos, al Virgilio Díaz Grullón, una verdadera gloria de las letras, a los pocos días me los devolvió. Parecía un arbolito de tachaduras, acentuaciones y un sigue adelante piadoso.

En una conversación casual me has dicho que asumes la literatura como un “todo integral”, conversando sobre los distintos géneros que trabajas. ¿Puedes abundar sobre eso?

Para mí la creación literaria es un todo integral. No me es ajena la pasión por la poesía, género que considero el más puro de la Literatura, porque nos saca de adentro lo humano, lo astral, lo filosófico, lo reflexivo. Pero la poesía tiene unas reglas demoledoras, no solo de forma sino de fondo. Tiene la peculiaridad, a mi entender, de que no puede trabajarse todos los días. No se escribe un buen poema a diario. Te absorbe su creación. Con la narrativa hay un proceso de relevo. Estás en la novela y requieres de un largo proceso de investigación, luego escritura, caracterización individual de personajes, trama y tramas, terminas el trabajo y, como dijo García Márquez en alguna ocasión, al escribir Doce Cuentos Peregrinos, los cuentos se escriben/en el caso del novelista/para calentar el brazo y no perder el horizonte. Lo mismo ocurre con el ensayo. Tú como autor, hay temas que descubres que no puedes abordar en una obra narrativa o poética, sino con la sobriedad expositiva, sin aspirar al tratado científico, del ensayo. Ver la Literatura como un todo integral es eso, no aislarme de la novela porque soy poeta y viceversa, a veces incluso, ambos interactúan de manera eficaz.

Con cuál género te identificas más o si en todos te sientes como en casa, si tuvieras que quedarte con un género cuál sería y por qué?
Definitivamente la novela. Me siento muy bien al plantearme la idea de escribir un cuento. A veces me surgen serios conflictos sobre el material. Me pasó con el cuento El Dragón sobre su cuello que apareció publicado en la revista Vetas y que anda por ahí en algunas publicaciones de la red, su temática, el punto de vista, me daba para una novela. Lo mismo con Dos Gotas de Agua, uno de los textos del libro “Cuentos de Vapor y de Sombras” que obtuvo mención en el certamen de relatos de la Alianza Cibaeña, me sustrajo tanto que hice una novela corta y por ahí anda, “Contra Dios no puedes pelear”. Y así. La narrativa es más mi campo, porque es ahí donde he puesto mi mayor empeño. Es lo más cotidiano. La poesía es una pieza de lujo en la que incursiono cuando mi espíritu me pide el algo más. Me quedaría con la novela, pero nunca me desharía ni del cuento ni de la poesía. Además, mi opinión muy personal y humilde, creo que una novela siempre puede ser alimentada por salpicaduras de poesía. Hay momentos, hay personajes, hay situaciones que en algún momento requieren un chispazo de poesía.

Cuando pocos conocían tu nombre en el medio literario, este año lograste una proyección insospechada, con los reconocimientos en el concurso de Alianza Cibaeña y la próxima puesta en circulación de tu novela infantil, por Norma, desde cuándo estás trabajando en esos proyectos y en los demás que tienes inédito y cuánto tiempo les has dedicado?

Con Escritos con agua de lluvia, poemario que obtuvo el premio único de poesía de la Alianza Cibaeña, hice una selección de textos muy íntimos que mezclan lo astral, con lo erótico, esa fuerza del cosmos sobre los seres humanos, con la lluvia como maestra la inspiración, que ya estaban escritos, algunos con meses antes del certamen y otros, con varios años como Torbellino de Hielo. La novela infantil Héroes, Villanos y una Aldea, con la que el Grupo Editorial Norma me prestigió al valorar su potencial, el proceso fue normal. Varios meses de trabajo, luego el proceso editorial en sí, alrededor de un año. En esta novela infantil, con algo más de cien páginas, hay un tratamiento narrativo enfocado a la sensibilidad del niño que entra al umbral de la adolescencia, y si bien su lectura está respaldada por valores literarios que no dejan de ser interesantes para los adultos, el tratamiento tiene que ser muy delicado por el campo específico al cual se dirige. En mi novela inédita ¿Dónde está Johnny Lupano?, medianamente conocida por los cosmonautas, ha habido un proceso entre escritura y correcciones, de más de cuatro años. A mis proyectos les dedico la mayor cantidad de tiempo que puedo, porque son, lo que pretendo que sean en el futuro.


Háblanos un poco de esos proyectos inéditos y cuáles son tus planes con ellos en lo inmediato.

Estoy trabajando para publicar. Pero me gustaría hacerlo no solo para que estén llenando vitrinas en las calles, sino para que sean leídos. Soy optimista en ese sentido. Hay varias novelas en carpeta, en las que, vaya presunción, he puesto mi confianza y que serán entregadas para distintas valoraciones, en editoriales, en concursos, es, la forma de buscar el mecanismo de que salgan a la luz, pero para ser leídos. Al mismo tiempo espero de parte de la Secretaría de Cultura y de la Sociedad Alianza Cibaeña la publicación del poemario Escritos con agua de lluvia. El volumen de relatos Cuentos de Vapor y de Sombras, está ponderándose para su publicación, incluso he recibido el apoyo de entidades académicas para contribuir con esos fines. Mi mayor proyecto es seguir escribiendo hasta que Dios y la vida me lo permitan. Eso es lo más importante. Además, hay un renglón en el cual estoy ingresando, la literatura de aventuras. Tengo una novela juvenil que, como aquellas de aliento clásico pretenden presentar vidas extraordinarias, batallas épicas, cruce de tiempos, y es que creo que en la Literatura Dominicana falta más la obra de imaginación, la invención de mundos, de paisajes, de grandes episodios que mezclen lo fantástico con lo real, que es lo que pretendo con La Leyenda de la Piedra Dorada.

De los autores dominicanos, ¿cuáles consideras que han sido grandes influencias en tu literatura? ¿Por qué?

Influencias sabes que hasta los escritores consagrados han tenido y siguen teniendo. Creo en la mezcla de valores, escritores clásicos como Juan Bosch, me han enseñado que existe una exactitud temática en el cuento, que no puedes atiborrar de personajes una historia, y que el tema debe ser uno solo. Pero también he abrevado de René Rodríguez Soriano, de Pedro Peix, de José Alcántara Almánzar. En la novela, don Marcio Veloz Maggiolo es un gran narrador, experimentalista y Diógenes Valdez constituye un escritor que debe ser leído por quienes como yo estamos en el proceso de aprendizaje. Andrés L. Mateo es un buen referente y no puedo dejar de lado a Roberto Marcallé Abreu, narrador con profundas preocupaciones sociales. En poesía, quién deja de lado a Franklin Mieses Burgos, a Manuel Rueda, Manuel del Cabral y a Pedro Mir. Los jóvenes como Pedro Antonio Valdez en novela, José Mármol en poesía y Luis Martín Gómez, en cuento, no deben quedarse. Quién puede olvidara René del Risco Bermúdez, de Manuel Rueda.

¿Crees que el periodismo ha formado parte fundamental de la sensibilidad social que tienes ahora? ¿Cómo se refleja en tu literatura? Y ¿cómo ha influido tu trabajo periodístico en tu literatura y qué le ha aportado? Si hay alguna anécdota que puedas contar sobre esto.

Llegué al periodismo atraído por la carga humana que representan sus valores universales, sobre todo en las naciones donde hay vulneración, donde hay guerras, donde surgen movimientos y protestas que buscan dignificar la vida. Creí que narrar una historia de una familia pobre que emigró del campo huyendo del hambre y la desesperación y que ahora sucumbe en las orillas pestilentes del río Ozama, era denunciar en pos de esa familia que se ve atrapada en la falta de oportunidades, de educación y de acceso a los instrumentos medianamente decentes de subsistencia. En mis escritos, sobre todo narrativos, hay un traspaso de vivencias periodísticas latentes, de descubrimientos crudos sobre grupos de poder que utilizan sus influencias y ese poder para imponerse. El caso de mi novela inédita Contra Dios no puedes pelear es eso: la historia de un padre, que es a la vez un próspero empresario industrial, que oculta detrás de esa fachada, al narcotraficante más importante del país, que se hace candidato presidencial y negocia con el presidente de la República su triunfo. El trasfondo es la crisis del hijo al enterarse de quién es en realidad ese padre. Hay otra, El Viejito Chistón de Ojos Aguados, que involucra al poder más refractario de una época de sombras políticas, sin llegar al panfleto ni a la nostalgia agridulce, hace referencia a esas crónicas periodísticas sobre personajes funestos de nuestra Historia y la de nuestros hermanos hispanohablantes, sin retratar a dictadores sino a regímenes de asesinos.
Una novela, Huracán, que tengo guardada y que bosqueja en una ficción atrevida y provocadora la peligrosidad de la problemática domínico-haitiana, tiene su origen en la muerte real de un obrero haitiano, que al caer de una escalera en un edificio en construcción, terminó su existencia y un amigo suyo pasó las de Caín para lograr que lo trasladaran a la morgue de un hospital público. He publicado algunos fragmentos en mi blog Hombre de Letras. Claro que la novela va más allá, una posibilidad ficticia cuya trama involucra incluso a Fidel Castro.

A pesar de que tienes un compromiso incuestionable con la literatura, continúas ejerciendo el periodismo. Qué representa el periodismo para ti y cómo puedes conciliarlos a ambos?

Para mí el periodismo es la trinchera a través de la cual canalizo la posibilidad de acercarme a la gente. Es el instrumento de poder que me permite llevar la voz de la gente del barrio, o de la empresa o del gobierno, o de los dignatarios internacionales hasta la redacción, donde se cuecen sus clamores y logran ser escuchados por quienes deben y tienen el deber de escuchar. Para mí el periodismo es tan valioso como la Literatura. Con el periodismo puedo decir las cosas de inmediato y hacia una realidad específica e inmediata, con la Literatura puedo decir verdades universales, extender la voz sin importar que sea la ficción el intermediario. Son dos canales distintos con iguales fines, ambos estructurados a través de la palabra y ambos capaces de hacer reflexionar a una sociedad en su conjunto. Ambos se concilian y se alimentan. Sobre todo en sociedades que como la nuestra, viven etapas, coyunturas, realidades, tienen protagonistas, actores, hombres, mujeres, cuyos actos superan con creces la ficción.


Además, tienes un trabajo en la mañana, sé que escribes de noche, pero el tiempo no parece ser suficiente. Cuándo empiezas a escribir de noche y si nos puedes describir esos procesos, las condiciones, la atmósfera, cómo te sientes en esos instantes.

La verdad es que me he sistematizado. Escribo muy tarde en la noche, tardísimo, solo unos minutos. He descubierto que lo que vale en realidad es la sistematicidad, la continuidad. Puedo escribir 15 minutos hoy, pero lo hago mañana, quizás veinte minutos, 30. Es una labor de seguimiento. También lo hago como un oficio los fines de semana en la mañana. Los sábados y los domingos, inició a las siete de la mañana y una a dos de la tarde finalizo. Hay momentos en los que debes inventar el tiempo. La Literatura no es un hobby, a pesar de que los escritores deben tener horarios, empleos, oficinas, diversidades para sobrevivir, lo más importante es leer y escribir. Puedo escribir en cualquier condición, en un alboroto, en la serenidad de una habitación solitaria, en la redacción del periódico... es, una tarea seria que se debe asumir con seriedad.

Por último, ¿hay algo que quieras lograr en tu literatura?

Siempre hay metas literarias. Pero para cualquier autor, lo más interesante es la perdurabilidad, lo que se llama pasar a la posteridad. ¿Pasará una obra la prueba de los años? El Cantar del Mío Cid, el Quijote, Cien Años de Soledad, el Conde de Monte Cristo. El Aleph. Otra cosa, que en el trasfondo sepa interpretarse que existe un mensaje, una fotografía que nos retrata como sociedad. Cambiar el mundo es imposible, pero por lo menos ser recordado como alguien que intentó decir algo, y sobre todo, bien dicho.

30 abril 2009

Triángulo de Seis


(fragmento de novela inédita)


NÉSTOR MEDRANO

5
Le hicimos un funeral. En el cementerio estuvimos todos bien atildados, vestiditos de negro y reunificados en el dolor colectivo que siempre originan las pérdidas irreparables. Los familiares de Josefina nos miraban no con odio propiamente dicho, mas particularmente, con rencor. En la ceremonia de sepultura, uno de sus tíos pronunció unas palabras tan bañadas de dolor que dolían al ser escuchadas.
En un extremo, frente al nicho donde se guardaría el ataúd, estaban la madre, el tío, dos hermanos de la difunta de rostros petrificados.
En otro punto, más apartaditos, Frank Félix, Renaldo y Joaquín estaban cerrados en un silencio impenetrable. La atmósfera y el devenir de una tarde azul y limpia activaban las cosas para recordar a Josefina. Se marchó, es cierto, pero el mar la escupió muerta, para un reencuentro insufrible por necesidad. Había un sacerdote joven que hacía sus oraciones y citaba los pasajes bíblicos de siempre: El Señor es mi pastor...
-Dicen que la mataron-, comentó acercándose simuladamente el tío que antes había pronunciado unas palabras. -¿Qué sabes de eso?
-Lo suponemos, don José. Apareció muerta en la playa, pero nos dijeron que existía la posibilidad de que estuviera muerta cuando hizo contacto con el agua.
-Tú no sabes nada.
El comentario no pudo ser discernido: ¿Le había preguntado, tú no sabes nada, o se lo había enunciado? Siempre he sabido que en estas circunstancias el primer sospechoso es la pareja del muerto. Daba por seguro que la familia me responsabilizaba.
-Déjeme aclararle: ella me había abandonado, incluso, existe una carta firmada de su puño y letra en la que se despide de una amiga...
-¿De Rosina?
No quise responder. Aquel hombre no creía ni en su madre y siempre le andaba buscando las cinco patas al gato. Josefina lo respetaba; en diversas ocasiones lo citaba, mencionaba sus actitudes frente a los problemas de la vida, que enfrentaba de manera tajante y sin anestesia.
-¿Puedes ir por la casa cuando termine la ceremonia?
-Si me promete una cerveza.
-Leche. Te prometo leche con galleticas.
Nunca fui amigo de la familia de Josefina. Tampoco enemigo. No me interesó compenetrarme con ellos. Ni Josefina hizo lo suficiente por procurar ese acercamiento.
Me moví hasta el lugar donde los muchachos, impecablemente vestidos de negro, permanecían callados.
-El tío de Josefina quiere que vaya a su casa después del entierro.
-¿Y cuál es el problema? Eras el marido.
-Ese es el problema. Creo que me ponderan como sospechoso de la muerte de Josefina.
-No seas pendejo. ¿Sospechoso?
-Me habló de que la mataron y esas cosas...
-Bueno, para dicha tuya, ella se había largado...
Rosina fumaba en silencio. A poca distancia de ellos, pero oculto, el Mataviejas observaba. Rosina y él andaban juntos, pero inteligente y perspicaz, supuso que mostrarlo allí, abiertamente, no era más que una imprudencia.
-Entonces ve con ellos-, le dijo, asumiendo que la habían invitado al diálogo. Yo, que estaba seco, agripado, y con un terrible dolor de cabeza, quería ir a mi casa, beber un té, fumar un cigarro y echarme a dormir; pero no podía dejar que aquello me resbalara.
-Iré-, apunté finalmente, -a lo mejor me cae bien la leche con galleticas.
-¿...?

Me reuní con el tío de Josefina a las siete de la noche. Como me prometió, bebí leche y comí galletas. Él vivía solo, a poca distancia de donde lo hacían los demás familiares de la difunta. Me acomodé en una vieja mecedora de caoba antigua, en una especie de cuarto de descanso, donde el hombre tenía un televisor gigantesco, un equipo de música también gigantesco, y muebles y sillas de madera que resaltaban el buen gusto de don José.
Él era de esas personas que una vez pasa el tiempo y desaparecen los padres, se encargan de todo: protección, provisiones, como un papá todopoderoso inmiscuido en todos los asuntos.
Con su rostro rosado y los ojos azules, se sentó a mi lado. Bebió una taza de café preparado a su gusto por una vieja sirvienta sobre los setenta años.
-Nos preocupan mucho las circunstancias en que murió Josefina-, dijo. Tranquilo, sin notas de prejuicios en sus palabras.
-Lo supongo. Pero me parece extraño que ella no los haya puesto al corriente de su ruptura conmigo. Me había abandonado y nunca supe la razón.
-¿Quién sabe? Esas cosas ocurren; pero, ¿averiguaste si se enamoró de otro? ¿Indagaste si tenía algún amante?
No me sorprendió la rudeza de sus palabras, ni las suposiciones que, a mi parecer, resultaban ofensivas a la memoria de una muerta.
-¿Algún amante?-, pregunté azorado. -No lo creo, bueno, mejor dicho, no lo sé. Tampoco podría creer que me dejara por otro.
-¿No? ¿Por qué estás tan seguro? Sabes como son las mujeres de este tiempo. Cambian de marido como si se tratara de un anillo o un brazalete.
-Ella no era así.
-¿La conocías bien?
Sin lugar a dudas, don José era sinónimo de inteligencia. Supe de inmediato que sin importar la amabilidad y la condescendencia que exhibía en esos momentos, aquella reunión no era casual. Se trataba de un sutil interrogatorio de exploración, buscando causas originales de un homicidio:
-La conocía bien-dije, -y lo único que lamento es no haberme portado con ella como lo merecía.
-¿Cómo así?
-Mi trabajo y mis amigos me absorbían mucho tiempo. Nuestras relaciones se enfriaron. No la atendía; creo que esa fue una de las razones de su partida.
-Es posible.
Don José se sirvió un vaso de whisky con Seven Up. Me ofreció una cerveza. La temperatura empezaba a mejorar.
-¿Y la autopsia, qué dijo la autopsia?
El hecho de mencionar la autopsia suponía que él sabía de las intrigas instigadas por el imbécil que intentó chantajearme.
-¿Habló con Pedro Alejandro Gómez?-, le pregunté sin miedo. -Yo, particularmente, no ocultaba nada. Ese tipo es un crápula. Quería venderme información.
-¿Qué tipo de información?
Entonces le conté. Sin esperar una respuesta, le conté que el director de Patología me había insinuado un pago para hacer de la necropsia algo que no me implicara en el crimen.
-Me acusó, ligeramente, de haber matado a Josefina.
-¿Y qué hiciste?
-Lo descoyunté de un puñetazo.
El hombre me miró a los ojos, una mirada limpia y escrutadora que parecía desollar la retina y los órganos internos, antes de hacer la pregunta del millón:
-¿Tuviste algo que ver con su muerte?
Su pregunta iba dirigida en concreto a indagar si se ratificaba su sospecha, y su sospecha -y la de toda su familia- me vinculaba al asesinato de Josefina.
-Para nada-, respondí, -no tenía motivos para hacerlo.
-Un amante es un buen motivo.
Caí en cuenta de que la madeja se hacía lógica. Complicada, pero lógica. Si existía un amante, del cual nadie parecía tener constancia, ni física ni material, la posibilidad de una acusación no se descartaba.
-Si ustedes poseen información al respecto pueden decírmelo.
-O eres inocente o muy astuto. Tu mujer se marcha, te abandona, no se despide de ti... ¿y dudas el porqué?
Pensé como ráfaga en Rosina. Ella debía saber si Josefina me ponía los cuernos. Si me dejó por otro. Pero tampoco me colocaría en el lugar donde tal vez querían verme los familiares de Josefina. Lo peor de todo es que buscaban la constancia de un amante. Sería un móvil fácil de ponderar y de llevar y traer porque era una maniobra clásica que incluso en el ámbito judicial rendía sus frutos.
Don José, con su rostro inexpresivo y la mirada chispeante, fraguaba algo intenso y peligroso.
-Te lo voy a decir-, me previno, -estoy investigando a profundidad y necesito respuestas.
-¿Desde cuándo usted es policía?
La pregunta le partió el cerebro a juzgar por su mirada. Pero, de esa forma decidí romper el tedio, levantarme del sofá y marcharme de allí sin más ni más.
Cuando salí apresurado, él corrió detrás de mí. Al parecer, no había terminado su interrogatorio. Lo escuché por lo bajo murmurar y no quise darle ningún motivo que pudiera usar en mi contra. Estaba en su casa y desconocía cuál era su motivo real para haberme invitado. Incluso, cualquier abogado no me hubiese permitido esa visita.
-Tendrás que hablar claro, muchacho-, vociferaba, -en estos casos no hay muchos lugares para esconderse. Iré hasta las últimas consecuencias.
Fue el momento. Decidí acusar formalmente a ese sujeto de acoso y hostigamiento, y pedí, en el departamento contra homicidios de la policía, que se abriera una investigación oficial sobre la muerte de Josefina.
Luego del distanciamiento de los muchachos, las cosas no lucían iguales. Es por ello que no dudé en llamar a Frank Félix para exponerle el problema y la preocupación que me causaban las sospechas.
-Es el momento de atacar-, me dijo. -Es correcto que hayas pedido el esclarecimiento del caso a la policía. Ahora debemos ir a la Fiscalía para la tramitación que haga falta.
En unos minutos Frank Félix, Joaquín, Renaldo y yo elaborábamos un plan de acción. El primer paso fue acudir a la Oficina de Patología y pedir, con mucha calma, un pase para ir al despacho de Pedro Alejandro Gómez, el famoso director a quien reventé la boca cuando trató de extorsionarme.
-Lo siento mucho-, dijo la minúscula mujer que atendía la recepción, -el señor Pedro Alejandro Gómez murió esta mañana de un paro cardíaco.
Miramos fijamente su rostro: pronto expresaría algún rastro de humor en esa carita disléxica atormentada.
-¿Es una broma?
-Por favor, señor, ¿quién está para bromas?
Estábamos tan turbados que no notamos al entrar que había un clima fúnebre marcado. Los empleados llevaban algún cintillo negro o gris y algunas oficinas estaban cerradas, a lo mejor porque sus empleados estaban en el funeral.
Nos sentamos a pensar con cabezas frías. Si era cierto que el truhán ese había fallecido, debíamos indagar por todos los medios habidos y por haber el destino de los resultados de la autopsia.
-Escuche, jovencita-, atiné a decir con mucha delicadeza, -necesitamos los resultados de una autopsia practicada hace una semana.
-¿Específicamente qué día y quién fue el infortunado?- La mujercita parecía cada vez más grotesca, con su rostro desencajado y su cuello largo como jirafa. Hicimos unos cálculos mentales: semana pasada, viernes.
-15 de julio: Josefina Martínez Flores.
-¿Son sus familiares?
-Yo era su marido.
-Un momento.
La mujercilla salió del cubículo de recepción y caminó hacia el largo pasillo que llevaba al lugar donde archivaban los resultados. Mi móvil timbró. Rosina. Quería saber en qué andábamos y la puse al corriente.
-¿Sabes si Josefina tuvo un amante?- La pregunta fue tan directa, insensible y contundente que todos me miraron con rostros de decepcionados. Rosina me mandó al diablo. Que si creía que ella era una celestina para saber de hombres de otra, que si era una traidora para saber de un amante y no decírselo... ¡Clic!
-Qué sucedió-, preguntó Joaquín...
-Me mandó al diablo...
-Bien hecho.
Era una pregunta dura. Difícil de asimilar, les expliqué, pero es el móvil que daría fuerza a una acusación en mi contra. Pensé en muchas cosas: pensé en la carta, marqué el número de Rosina, le pedí excusas y le informé de mi trágica visita al tío de Josefina. Pensé en verla, porque, a decir verdad, tenía hambre y sabía que ella no iría muy lejos para prepararme uno de sus platos. Además tenía la carta. Necesitaba ver la carta; el último documento escrito por Josefina. Marqué nuevamente su número de teléfono.
-Anótate a los chicos, ellos también irán-, le informé.
-¿Novedad?
-No.
Sin embargo, más que precisarlos junto a mí en ese momento, por el simple hecho de tenerlos a mi lado y joder la paciencia, esta vez se trataba de otra cosa: la carta dejada por Josefina. Parecía un disparate y una grandísima pérdida de tiempo, pero allí había datos frescos que nos veíamos en la obligación de leer entre líneas.
La carta en sí, si era leída lentamente, no contenía complejidades profundas, y más bien hacía una exhibición del temperamento de la autora.
La mujercilla interrumpió mis pensamientos, llegó de frente, como un ratoncillo casi invisible.
-Señor-, dijo, -esos resultados ya fueron retirados.
Esto no salía de una broma; una grandísima broma que no terminaba y que alguien impulsaba para reír a quijada batiente.
-No es posible. ¿Quién retiró esos resultados?
La mujercilla, desganada y casi a punto de bostezar:
-No le puedo decir-, reveló, -es confidencial.
Frank Félix, Joaquín y Renaldo coincidieron en que sólo la familia de Josefina pudo adelantarse.
-Es una maldita imprudencia-, me manifesté.
-Aunque no sea maldita, sigue siendo una imprudencia-, consideró Joaquín con su humor corrosivo. -Esa gente es peligrosa, compadre.
-Por eso tengo que saber cosas que no sé.
-Muy profundo de tu parte.
-Es decir, necesito saber si Josefina tenía un amante.
Todavía estábamos sentados en unos sillones durísimos que habían habilitado en la oficina de Patología Forense para las largas esperas de la gente, cuando Renaldo dio en clavo.
-Lo más sospechoso de todo es que la policía no te ha requerido.
Frank Félix incentivó aún más el conflicto.
-Lo primero que debes hacer es ponerte a disposición de las autoridades para que te investiguen.
-Iremos todos.
Entonces me sonó el móvil. Le informé a Rosina la idea de ir a la procuraduría fiscal para que me investigaran por la muerte de Josefina. Me insultó. Me dijo que si estábamos locos, que no había razones para seguirle el juego al mamarracho del tío de Josefina y que si ese hijo de la gran puta quería un preso que se entregara él.
Reevaluamos la propuesta de Frank Félix, que también yo había ponderado antes, y aunque no la desestimamos del todo, la dejamos sobre la mesa.
-Pienso que la mejor idea es que consigas un buen abogado y te prepares.
Esa idea de Frank Félix era la más natural en ese momento. Requería los servicios especializados de un asesor legal, alguien que conociera las reglas del juego de manera científica; que conociera sus excepciones y sus trampas. Al fin de cuentas, no pensaba pasar un solo día en la cárcel por un crimen en el cual no tuve participación alguna.
El abogado me dijo, en cuanto lo vi, ¿Eres culpable? No, respondí. Bien. Lo buscamos de inmediato. Un profesional joven, con buen average -como dicen los beisbolistas- y con participación gananciosa en múltiples, sonoros e importantes litigios penales. Lucía como era: lentes recetados cuadraditos sobre sus ojos, patillas espesas y nariz aguileña, entre unas mejillas rollizas que le atildaban el aspecto de buena vida.
Lo llevamos con nosotros a la casa de Rosina, luego de edificarlo superficial, pero puntualmente, sobre el problema. Estuvo de acuerdo en buscar la manera de saber si Josefina tuvo algún amante y precisar con exactitud la fecha. Si coincidió con nuestra separación, si fue antes o después. Había que indagar sobre los datos que tenía la familia de la muerta. Especialmente don José, quien se había mostrado muy interesado en saber los pormenores del distanciamiento y en acusarlo insidiosa y soterradamente de tener participación en el supuesto crimen.
El abogado acentuaba marcadamente los acentos. Rosina abrió la puerta sorprendida porque el paquete había crecido y ella, que no se quedaría atrás nunca, aprovechó para informar a sus amigos que Ricardo Matos, el Mataviejas, estaba en la casa.
-Bueno, ahora se completa la fiesta-, dijo Ernie muy sonriente y a pesar de la advertencia que le había hecho. Lo saludó con efusividad. Cualquiera pensaría que el problema había sido subsanado entre ellos. Y así lo creían todos. Hasta el mismo Mataviejas.
Ellos se ubicaron en un extremo de la sala y marginaron al novio de Rosina que, obviamente, no tenía vela en ese entierro. Era un tipo consistente, nadie lo presionaba, o mejor dicho, no se dejaba presionar, lo que sin lugar a dudas, y conociendo su temperamento, excitaba a Rosina.
-Necesitamos la carta que te dejó Rosina antes de irse-, le comunicó Ernie a la mujer que vestía un pantalón short jeans y una blusa ceñida, en una reconfirmación de ofensiva brutal contra los hombres, sobre todo el abogado, con los ojos pegados a la mujer desde que llegó.
-¿La carta?-, preguntó ella un poco fuera de lugar. -¿Con qué objeto?
Lo más difícil en sus características y en su propio temperamento se expresaba en esas relaciones antinaturales, una manera de ir siempre a contracorriente. En oposición a todo y a favor de nada.
-Él es un abogado-, le informó Ernie, -y se hace urgente analizar esa carta.
Luego de servir café, fue a cumplir la encomienda. Regresó con aire lúgubre bordeando su cabeza. Uno nunca sabía si era tristeza, dolor nostálgico o una simple actitud de contrariedad.
El abogado sujetó con guantes y de manera casi teatral el papel de la misiva. Leyó en voz alta:
Lo que puedo decir es que me marcho lejos, Rosina.
Ni un minuto más seguiré soportando esta situación
que es dañina; muy perjudicial para todos. No estoy
conforme y creo que nunca lo estaré: no lo estaremos.
Luego de leer este párrafo, el abogado guardó silencio. Se llevó la taza de café a la boca y atravesó a Ernie con una mirada dubitativa.
-Según mi apreciación-, dijo, -la causa de su partida está frente a sus narices.
El abogado no habló durante diez minutos. Pensaba. Ernie y el grupo desesperaban, pero a él no le importaba, tenía que hacer un trabajo y lo haría.
-Ernie-, le dijo, -leeré esta carta en mi oficina. Si la joven me lo permite.
-¿Por qué?
-No podemos darnos el lujo de festinar este asunto. Aquí hay cosas muy serias que te diré en su momento.
-Pero no es posible-, contravino Joaquín, -es un asunto de desconfianza. ¿Nos crees idiotas, viejo?
-Yo también lo creo así-, lo respaldó Renaldo.
Frank Félix miró compasivo a Ernie, a sus amigos. Ernie sabía que el momento no era el mejor para las intrigas.
-Señores-, dijo Frank Félix, -entendamos una cosa: es una arbitrariedad no llevar a cabo el plan como se estableció originalmente. Analizaríamos juntos la carta. Pero, ciertamente no hay condiciones para asumir esa responsabilidad de manera colectiva. El abogado posee sus métodos y nosotros debemos acoplarnos. Como quiera, sabremos los resultados.
El Mataviejas observaba entretenido aquel diálogo para él totalmente cantinflesco y bebía su whisky con deleite. Ernie quería sacarlo a patadas, pero no contaba ni con la autoridad ni con el motivo que justificara una acción de ese tipo.
Se levantó del sillón, se excusó y llevó aparte al abogado.
-¿Qué sucede? Me pones en aprietos con mis amigos.
El abogado seca el sudor granulado con gotitas espesas sobre su frente:
-Así es como trabajo. Lo coges o lo dejas.
No había manera de discutir el asunto en aquel momento, debido a las razones que él creía subyacían en el mismo texto de la carta y que en forma precisa apuntaba al propio grupo.
-Muy bien-, afirmé más tranquilo, -lo haremos como dices.
Todavía quedaba un asunto: hablar con Rosina en privado. Al principio no me interesaban las especulaciones: que el tío creyera que yo era un asesino y lo propalara a los cuatro vientos, que la familia de Josefina lo respaldara, después, después caí en cuenta del lío que me venía encima sino aclaraba las cosas.


Rosina se había sentado al lado de su novio, el Mataviejas, muy quitadita de bulla, mientras los demás respiraban los remilgos de un sentimiento de confusión, azuzado por el abogaducho. Ernie no quería desatar mayores conflictos, ya estaba bastante metido en el clima asfixiante de la desidia. Por eso se acercó con sutileza y con esa misma sutileza la abordó.
-Necesito hablar contigo.
Rosina, receptiva, miró al novio, como pidiéndole un permisito por favor. El Mataviejas accedió con una sonrisa sobregirada. Fueron a la cocina, se sentaron en dos sillas rústicas, propiedad del vecino, que las prestaba al grupo cuando jugaban dominó. Ernie hizo una llamada desde su teléfono móvil.
-Puede irse. Lo llamo más tarde.
-¿Con quién hablaste?-, preguntó ella, siempre queriendo saberlo todo.
-Con el abogado.
-Es muy determinante...
-Quiere hacer su trabajo.
A Ernie le molestaban tanto cacareo y tantas explicaciones. Estaba a punto de hastiarse de tanta incomodidad, pero Rosina era un mal necesario.
-Es muy importante para mí saber, por favor, si Josefina tuvo algún amante mientras estuvo conmigo.
Rosina no se consideraba una mujer cáustica. Tampoco cobarde, era poco reservada, pero a la hora de la verdad:
-¿Por qué insistes con eso?-, preguntó...
-Porque es el elemento que puede joderme a nivel judicial. Porque el tío de Josefina me lo hizo saber abiertamente: investiga y es de los que creen que los celos son capaces de llevar al homicidio.
-¿Lo crees tú?
-¡Qué joder!
-¿Lo crees tú?
-El hecho de creerlo no necesariamente quiere decir que lo comparta. Ni siquiera lo considero.
-¿Estás seguro?
Ernie enrojeció de la ira. Se trataba de uno de esos juegos evasivos tan aludidos y practicados por Rosina. Una manera acertada de no responder o de retardar la respuesta.
-No me has respondido...
-Josefina y yo éramos amigas, pero tú eras y eres mi amigo: lo fuiste antes de conocerla.
-Fuimos más que amigos...
-Bueno, nos cogíamos, pero esa vaina no viene al caso.
-Tanta vulgaridad abruma. No me desvíes el asunto: ¿quieres que llame al Mataviejas para que me ayude?
-¿Algún rencorcito?
-Por favor.
Vueltas en círculos. Ella fraguaba el modo de envolver la situación, mientras la atmósfera se hacía convulsa, la química adversa de ambos los acercaba y distanciaba peligrosamente.
-Podemos hacerlo-, dijo ella.
Libraban la vieja batalla del odio y la desventura; Ernie no la toleraba, y ella hacía intolerable el trato entre ambos. Es de esas cosas que no se pueden explicar plenamente. Esas situaciones envolventes e inexplicables que sólo ellos sabían e ignoraban.
-Eres una desvergonzada...
-Ahora mismo.
-Ahí están todos, incluso el Mataviejas. No podemos, aunque nos quemen las hormonas.
Ella ardía.
-Ahí tienes al Mataviejas.
Pero su deseo no era por el Mataviejas. Ambos querían revolcarse en una cama o encima de una mesa sin meditar. ¿Habían enloquecido?
Ernie se levantó de la silla y salió de la cocina.
-Ya no tiene sentido seguir esta conversación.
-¡Cobarde!
Frank Félix, Joaquín, Renaldo y el Mataviejas se intrigaron. Los sudores en la frente de Ernie y el ardor que ardía como brasa en el rostro de Rosina hacían fluir un olor a intento de sexo. Todos escrutaron al Mataviejas y el Mataviejas como si nada.
-¿Nos vamos?-, preguntó, sin saber por qué se doblegaba al vaivén de las circunstancias de Ernie.
-No-, dijo Rosina, -esperen el almuerzo.
-Me lleva el diablo contigo-, le increpó Frank Félix a Ernie, a modo de murmuración, -¿qué pasó en esa cocina?
-No sé. Es una maldición.
Ernie, que no fumaba con la frecuencia viciosa de los demás, encendió un cigarrillo con las manos temblorosas.
-Tú eres una maldición...
-No jodas...
Joaquín y Renaldo no preguntaban: sabían que preguntar y no preguntar es la misma vaina, da igual cuando se trata de Ernie. Siempre con unos embrollos. Sus disquisiciones, sus controversias, dada su naturaleza imperfecta de ser o en menor medida considerarse el ombligo del mundo.
Frank Félix sujetó a Ernie por uno de sus brazos y lo sacó hasta el balcón. Su irritación, decía él, tragándose la saliva, tenía fundamentos. ¿Cómo es posible decidir venir contigo a resolver un problema, a indagar a profundidad si Josefina te ponía los cuernos y terminen casi haciendo el amor frente a nosotros? ¿Por qué crees que sucedió todo? Frank Félix le dijo que Rosina había dado una muestra magistral de evasión: inventó la atmósfera erótica para no responder preguntas.
-Y no responde porque así te mantiene en ascuas. No se trata de responder sí o no: se trata de mantener la expectativa; de explotar esa debilidad tuya, que yace entre tus piernas.
Ernie expulsaba el humo del cigarrillo, con la mirada distinta, dirigida hacia ningún lado.
-Esto es un círculo vicioso.
-No. No lo es. Estoy investigando si Josefina tuvo un amante, he contratado un abogado y mi relación enlodada con Rosina nada tiene que ver. Mi situación con Rosina es... delicada.
Frank Félix distendió el rostro buscando serenarse. No le interesaba un nuevo roce catalizador de distancias con su amigo, pero, como todos, estaba hasta la coronilla.
-Eres un problema irresoluble. Estás perdidamente enamorado de Rosina; lo has estado siempre, incluso cuando estuviste con Josefina. Tu subconsciente intenta bloquear esa realidad, pero es así.
-Estás equivocado. No puedo estar enamorado de ella, si a veces ni la soporto. No puedo ni estar cerca de ella.
-¿Seguirás engañándote? Si fuera tú, sacara al Mataviejas a patadas de la casa y en dos horas me reconcilio con ella, le hago el amor y somos felices para siempre.
¿Sacar al Mataviejas a patadas? Una de esas ocurrencias únicas de Frank Félix. No meditó esa preciosidad, pues estaba picado por el tanto estrés que provocaba esa historia inacabable de Ernie. ¿Cómo pensar en volver con Rosina? Nunca fue su intención; sólo quería indagar. Ahondar en la vida de Josefina y en aquellos capítulos que, si existieron, yo desconocía. Yo desconocía muchas cosas y quería conocerlas, pero, en el camino, me había quedado en algún incidente; un incidente creado por Rosina para evadir la respuesta.
-Soy un estúpido-, admitió.
-Pero uno de marca mayor.
La duda mayor: saber si el calorón erótico que afectó la conducta de Rosina en la cocina fue sincero o si ciertamente hay una intención especial de desviación del tema. Rosina era capaz de vertebrar cualquier táctica para lograr sus propósitos y él lo sabía. Incluso ella no le había perdonado en un cien por cien el desplante que le causó al sacarla oficialmente de su vida. “La botó”, y ella recibió esa expulsión, si hay otro modo de llamarle nunca lo pensó, con suma cautela, aunque nunca manifestó rabia o despecho. En una mujer como ella, la rabia y las heridas sangrantes no cicatrizaban y, si lo hacían, era porque no existía sangre para seguir expeliendo.
Ernie y Frank Félix se encerraron en ese silencio tan de ellos en ocasiones. El primero porque sabía que sus errores iban aumentando, pasaban con celeridad de menor a mayor, y el segundo, porque entendía que su propia vida era un simple reflejo, o una sombra dependiente de las acciones y locuras de Ernie. Lo había constatado, rondaban un círculo vicioso, sin inicios, sin puntos medios, sin final.



















23 abril 2009

JARINAS SOBRE EL MAR




NÉSTOR MEDRANO



Es, tu cuerpo.
Es tu desnudez: gotas de rocío en esta medianoche
de las cinco de la tarde

Es, una gota.
Es tu cuerpo: caños de cristales derretidos
en un lecho para dos. Llovizna

Es, el amanecer.
Es tu ombligo: trinchera de temblores y distorsiones
Sudor embebido en el calor
de una caricia

Somos ambos:
Entramos en una especie de recinto de luz:
luz humedecida por los rayos de un lánguido sol

Somos los dos:
Al salir hemos descubierto que el amor sin prohibiciones
es causa de sequía: ausencia del absoluto de la emoción
deshumanidad trunca necesitada de ilusión.

Eres tú
Al aproximar el portento de un cuadro de dioses
en ese cuerpo llovido de soles desmitificantes}
constelado del cobre
del melao
del único narcótico
barniz de sexo con
pintura del cielo

Somos ambos:
tiznados de lluvia en la quinta esquina del mar al mediodía
enfatizados en esa cosmovisión
del enlace de los cuerpos: atados al sinfín
misericorde
del instinto que se fundamenta
en la entrega

Soy
Yo que te busca en el magma del mar nocturno

En pos
Del abastecimiento de un enjambre de caricias y motivaciones
para bañarnos juntos
en el esperma de Dios
en la tercera estación de tu vientre
con sus pasillos y jardines de vino
con sus paredes de ventanas al infinito
desde donde colgaremos nuestras
bocas
mordientes
para refrescar en
tu mujeritud
la llaga de amor
instalada
desde el inicio de tus años.

Soy
Yo que te desborda a las seis de la madrugada
al sustituir al hado de los sueños: al beber tus
jugos
antinaturales
y renacer bajo tus muslos

Es, tu cuerpo.
Es tu instante: soy tú y eres yo al desgastarnos en esos últimos verbos que dejaron de existir cuando el orgasmo nos
Aniquiló.

15 abril 2009

JARINEANDO


La lluvia
Se adueña del sentido de mi piel y de esa que es también
tu piel. Sobre todo, cuando ambos bramamos al calor
de una tarde de caños sonoros y puertas cerradas.

Nos viste la lluvia
con su aliento tibio: nos mide en milímetros de espacios
que requieren tu cuerpo. Tu cuerpo para festinarlo
en un rito de vuelos, de manos embalsamadas y
alientos fugaces
de caricias azules que se internan
en la gruta de la simbiosis de la locura y la lucidez
¿Pasión, locura?
Y los destellos de un húmedo rocío
estimulan el abrazo
enternecido: la mordida sin brújula en
lugares prohibidos:
a las tres y media de la tarde.
La lluvia redunda sobre el techo. En los jardines
Chapotean gruesas gotas
Y se adueña del sentido de mi piel y de esa que es también
tu piel y mi piel.
La lluvia
Nos ablanda el instinto y permite mil estímulos edulcorados.
Claro ( que con un trago se enervan las cosas, se intimidan los poros y se encharca el sudor
a la hora de buscarnos entre nosotros. Adentro, en las afueras, desnudos, al nacer
y morir
)

La lluvia
Nos anida en el blanco puro de un aposento soñado
Allí, donde sin pedir permiso a Dios, invadimos los terrenos del cielo. Para construir
Realizar, mancomunar, reinventar el oficio del amor.
A las tres y media de la tarde.
Y chapotear en el salado de nuestro sudor.
Y erigirnos en monumentos a la lascivia y a la santidad.
Y bifurcarnos en las rutas agridulces
de la consumación de la lujuria.

La lluvia
Nos desnuda.
Nos interroga, nos quiere en perpetua exhibición
de los gestores del sexo: descolchándonos en la madeja prohibida
adivinando cada rincón inexplorado, husmeándolo al tacto
de la lengua
Al conocimiento pleno y visceral de los sentidos.
Nos viste la lluvia.
Que nos desgrana y nos presenta: tú, mujer, salpicada de mis
untuosidades
en la mágica armonía
de un ejercicio de búsquedas y desencuentros y al gemir
me haces temblar como un ser divino
cargado de humanidad que
te padece
te sufre
te viene y te va: la lluvia vigila, con sus hilos de media tarde
que ambos descubramos que juntos
somos
volcanes ígneos
masa de
amor
que en el lamido de tus
senos
tu sexo y
tus axilas
regeneremos los puntos olvidados
los
agujeros negros
de
la creación.
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Acerca de mí

Mi foto
Periodista, escritor, ganador del Premio Único de Poesía de la Centenaria Alianza Cibaeña de Santiago de Los Caballeros y autor de la novela infantojuvenil Héroes, Villanos y Una aldea, publicada por el Grupo Editorial Norma. Reportero del matutino dominicano Listín Diario.