NÉSTOR MEDRANO
Es, tu cuerpo.
Es tu desnudez: gotas de rocío en esta medianoche
de las cinco de la tarde
Es, una gota.
Es tu cuerpo: caños de cristales derretidos
en un lecho para dos. Llovizna
Es, el amanecer.
Es tu ombligo: trinchera de temblores y distorsiones
Sudor embebido en el calor
de una caricia
Somos ambos:
Entramos en una especie de recinto de luz:
luz humedecida por los rayos de un lánguido sol
Somos los dos:
Al salir hemos descubierto que el amor sin prohibiciones
es causa de sequía: ausencia del absoluto de la emoción
deshumanidad trunca necesitada de ilusión.
Eres tú
Al aproximar el portento de un cuadro de dioses
en ese cuerpo llovido de soles desmitificantes}
constelado del cobre
del melao
del único narcótico
barniz de sexo con
pintura del cielo
Somos ambos:
tiznados de lluvia en la quinta esquina del mar al mediodía
enfatizados en esa cosmovisión
del enlace de los cuerpos: atados al sinfín
misericorde
del instinto que se fundamenta
en la entrega
Soy
Yo que te busca en el magma del mar nocturno
En pos
Del abastecimiento de un enjambre de caricias y motivaciones
para bañarnos juntos
en el esperma de Dios
en la tercera estación de tu vientre
con sus pasillos y jardines de vino
con sus paredes de ventanas al infinito
desde donde colgaremos nuestras
bocas
mordientes
para refrescar en
tu mujeritud
la llaga de amor
instalada
desde el inicio de tus años.
Soy
Yo que te desborda a las seis de la madrugada
al sustituir al hado de los sueños: al beber tus
jugos
antinaturales
y renacer bajo tus muslos
Es, tu cuerpo.
Es tu instante: soy tú y eres yo al desgastarnos en esos últimos verbos que dejaron de existir cuando el orgasmo nos
Aniquiló.
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