
El 30 de este mes se celebra el natalicio 98 del fenecido literato ex presidente de la República, Juan Bosch. Se trata de un hombre historia que supo forrar su piel humana de la coraza imbatible de los hombres que no conocían límites para comprometerse con las causas sociales más justas.
Se trata de un ser humano que vivió entre la dualidad casi mágica de la Literatura y la Política, que en él, fueron dos alas de un mismo pájaro que lo ayudaron a volar por los espacios comunes de las necesidades del pueblo, sus carencias e ignorancias, sus virtudes y defectos.
Fue político. Fue Presidente de la República; fue literato de los del más alto nivel. Maestro de hombres curtidos en el oficio de las letras, como el gigante Gabriel García Márquez, que supo abrevar de sus conocimientos sobre el arte de escribir cuentos. Que supo acudir a disertaciones del hacedor de la Nochebuena de Encarnación Mendoza, para no faltar a ninguna de esas explicaciones de un hombre que, ya había escrito una arquitectura sobre ese género que él mismo consideró el tigre de la Fauna Literaria.
El 30 este mes saldrán los vítores de quienes dicen, han dicho y seguirán diciendo que él les sirvió de modelo para dar y ser ejemplos en esta sociedad que poco a poco se cae a pedazos. Llegará la lluvia del relumbrón con una y mil actividades, fílmicas de hombres y mujeres que lo siguen con verdadero deseo de emular sus acciones y de otros que nunca podrán, si quiera, colocarse a dos metros de su recuerdo, porque, si él viviera, fueran puras decepciones.
Juan Bosch fue Presidente de la República por siete meses, porque en este jodido país nuestro lo bueno no dura. Su gobierno se lo llevó por delante el encono de grupejos asacerdotados, empresariales y estúpidos que entendieron a tiempo que ese señor había llegado para defender a los pobres y a ellos, eso, les importaba un carajo.Actualmente escribo sobre Juan Bosch.
Pero no sobre el Juan Bosch político que fue presidente de la República y cuyo gobierno fue tumbado por esos grupos que lo vieron como un artífice importante de la democracia dominicana.En el poco tiempo que puedo sacar fuera de mis labores de supervivencia como periodista, he profundizado en aspectos relevantes de la vida de ese hombre que, al publicar Camino Real quizás ignoraba que su impronta literaria lo haría trascender más allá de las fronteras continentales para situarlo frente a otros grandes de la narrativa fundamental, como Arturo Uslar Pietri, Rómulo Gallegos y Julio Cortázar.Escribo no sobre el Bosch que logró fundar dos de los partidos políticos que han cimentado parte del devenir democrático de República Dominicana: el Revolucionario Dominicano (PRD) y el de la Liberación Dominicana (PLD); no sobre el Bosch que compartió escenarios con líderes demócratas mundiales que lo vieron y se solidarizaron porque como él combatían dictaduras y se ceñían sobre las cabezas las ideas libertarias propias de hombres enquistados en su admiración como el poeta y prócer cubano José Martí.No. En el libro de ensayos que preparo, vaya osadía para un practicante todavía imberbe de la narrativa, hablo del Juan Bosch literato, lo que, por supuesto, no significa una desvinculación de su condición esencial de político, la que manifiesta aún en sus cuentos más representativos. Porque Bosch hacía narrativa social, aunque sus obras no se vistieran del color ideológico que tuvieron otros, como el poeta chileno Pablo Neruda, que se inmiscuyó con tino certero en la literatura militante.Bosch era amigo de Neruda.
Neruda lo conoció en su casa de Cuba y los presentó otro poeta monumental, Nicolás Guillén, porque en esos tiempos de Cuba, en un largo exilio que sirvió para fortalecer sus convicciones literarias, ya era un intelectual consagrado que se codeaba con lo mejor de lo mejor.Mi ensayo tiene un objetivo: tratar desde una minúscula trinchera de difundir a Bosch como escritor. Como una de las figuras más grandes de la literatura hispanoamericana, que trascendió como lo hicieron en su tiempo Pedro Henríquez Ureña y Manuel del Cabral.No se ha hecho. Nadie lo ha hecho. Planteo que la figura de Juan Bosch no ha sido aquilatada en su justa dimensión como literato, como el más grande literato dominicano, aunque para algunos esto sea un criterio subjetivo, lo que no invalida la veracidad de esa afirmación.Los esfuerzos que se han hecho por difundir la obra del autor de la Nochebuena de Encarnación Mendoza, no han sido suficientes. Hay quienes lo han considerado, incluso junto a Miguel Ángel Asturias y Arturo Uslar Pietri el tríptico de narradores caribeños precursores del realismo mágico latinoamericano.Yo comparto ese criterio. A rajatabla.