23 julio 2008

LA IMPRONTA DE BOSCH EN LA NOVELA


NÉSTOR MEDRANO

Ya se sabe lo suficiente que la figura de Juan Emilio Bosch y Gaviño trascendió el espectro literario de este continente, pero su militancia y activismo democráticos, denunciando en el exterior los abusos de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina, son consubstanciales a su accionar político y literario.Se expresaba con la literatura. Bosch fue antitrujillista porque contrario a otros, no quiso acoplarse a las invitaciones para que se sumara al séquito de los intelectuales de la corte de ese emperador insular. Esas inquietudes de conocer en su país las distintas reyertas y escaramuzas, en una patria de caudillos y de jefes militares con una autoridad mesiánica antediluviana, motorizó en él la necesidad de la elaboración de su novela de las revoluciones: La Mañosa. Cuentista que incursiona en la novelística para decir algo bien dicho que no cabía en la rígida intensidad de un cuento, para Bosch esta novela fue una búsqueda constante e inextinta de la perfección narrativa, que incluso le mereció varias correcciones cuando la obra había sido publicada. Escrita en 1935-, la dictadura de Trujillo tenía cinco de los treinta y un largos años que duraría-, y no se leyó en Santo Domingo por más de quince años.
Aunque Bosch precisa y todos conocen el hecho de que se trata de un texto dedicado a las revoluciones, el autor admitió alguna vez que su interés al escribirla, era expresamente literario.
“En La Mañosa, según el plan que me hice, debía haber un personaje central y sería la guerra civil y todos los seres vivos que desfilaron por las páginas del libro, sin exceptuar la mula que le daría el nombre, deberían ser, en un sentido y otro, víctimas de ese personaje central”. Juan Bosch quiso plantear y así lo significó siempre, una tesis crítica de los efectos negativos causados por las revoluciones, a partir de un ambiente narrativo que compartía rasgos si no autobiográficos, se remontaba a fotografías y reminiscencias de hechos y situaciones de su entorno familiar. El autor, un curioso de los fenómenos genéricos de la Literatura, experimentó con los autores consagrados del género cuento y se alimentó de las preceptivas hasta domar con artilugio de mago su línea, conexiones y misterios, que cuando constató su dominio de la “teckné” amplió su cultura y curiosidad intelectual.
Con la novela aconteció lo mismo.
“ La Mañosa fue un esfuerzo juvenil en ese camino de novedades; un camino que dejé abandonado cuando los infortunios dominicanos me forzaron a dedicar mi limitada capacidad de escritor a la lucha política”. No resistía los retos. No se había formulado el pensamiento de Jorge Luis Borges de odiar la novela hasta el grado de no leer ni intentar escribir nada que se escribiera bajo esa designación, salvo el Quijote, ni hizo lo que algunos cotejaban en sus archivos por simple abulia, Bosch se dijo que podía escribir novelas y las escribió. Para él los retos intelectuales se constituían en alicientes que movilizaban el engranaje de su intelecto. La novela retaba las fibras de su pensamiento vivo, porque como género poseía y posee, las singularidades del largo aliento, que debe sustentarse en mostrarle al lector interés y atractivo para mantener una lectura rítmica hasta el final. A Bosch le preocupaba el aspecto técnico de la obra. El fondo, la forma y demostrarse primero él, luego a los demás, que contaba con la abnegación y entereza para consagrarse. Esa novela fue un aliciente de la nostalgia, porque evoca rasgos, pasajes y atmósferas de los que él abrevó en su niñez y temprana adolescencia:
“Los nombres del padre, de la madre, de los niños y de José Veras, son auténticos, José Veras fue como dice en el libro, la casa existió en el Pino. Papá tuvo negocios de recuas”, dice. El novelista expone que su padre tenía una mula que se llama la Melada que en la obra se llama La Mañosa. Es, como todo escritor, un hombre que en múltiples ocasiones acude a la memoria, sus grietas sulfuradas de recuerdos y traduce vivencias que desea revivir o por lo menos impedir que mueran cuando también él se extinguiera de la vida que conocemos. ¿Acaso no ha sucedido lo mismo con Gabriel García Márquez? En Cien Años de Soledad hay pasajes y frescos relativos a su familia en Aracataca; lo mismo en el Amor en los tiempos del Cólera; sus sueños anhelos, los de sus padres, que más tarde ratificaría o certificaría en Vivir para Contarla, su autobiografía. ¿No ocurrió lo mismo con Mario Vargas Llosa y La Ciudad y los Perros- donde narra episodios medulares de su juventud en el colegio militar Leoncio Prado? Y luego en La Tía Julia y el Escribidor, recoge los amoríos escandalizantes con una tía política. Pero, es sabido que la memoria evocativa de Juan Bosch, está recogida en sus cuentos. Hombres y mujeres de naturaleza rural, y sin instrucción alguna, a quienes vio en su época de niño. La tierra con su fértil misterio reproductivos y sus anclajes de ambiciones y pasiones humanas, descarnadas, desgarrantes y humanizantes al mismo tiempo. Desde el nombre de la novela La Mañosa, con la metáfora de la mula protagonista hay una alegría inminente que llama a la reflexión. Ni los mismos biógrafos fundamentales de Bosch, han determinado nunca las razones de la dictadura de Trujillo para prohibir o sacar del escenario el libro cuando el texto no giraba en torno a la línea de sangre que ya entonces se advertía en su horizonte. Lo cierto, sin embargo, es que el tirano quería asimilar al cuentista a su gobierno, Bosch, en vía contraria, rechazó ser diputado por La Vega y prefirió el camino del exilio.
Allí, en el libro La Mañosa, expuso una inquietud crítica que en su formulación siempre lo atormentó: República Dominicana vivía en un callejón sin salidas en siglos pasados. El caciquismo dominaba las provincias y existía la conciencia de que esas luchas internas, desgarrantes y mortíferas, auspiciaron la intervención militar estadounidense de 1916. En su conciencia crítica, de escritor comprometido con la gente y con las ideas interesantes y proyectadas hacia esa misma gente de donde se extraen sus narraciones más representativas.
No podemos, no obstante, decir de manera íntegra que Bosch fue un novelista. Puede lucir antagónico y contradictorio a los juicios antes expuestos en este trabajo, pero su condición de cuentista es infranqueable por la concentración y la elaboración y constancia, además de teorías, construidas al canto del cuento. Novelista fue Rómulo Gallegos y es Marcio Veloz Maggiolo. Este razonamiento está plasmado en la concepción sistemática y continua de lo que es la novela. De Gabriel García Márquez se conocen sus cuentos y sus cientos de reportajes y artículos periodísticos; de Vargas Llosa sus esfuerzos en el campo de la dramaturgia y el ensayo, al igual que el periodismo, pero ambos, por más bailes en otras fiestas que gocen, son novelistas. La Mañosa y El Oro y la Paz, son retos superados de un hombre para quien en la literatura no había zonas prohibidas.


El autor es periodista de Listín Diario











20 julio 2008

Honor a quien honor merece


Fue atinada la decisión del presidente Leonel Fernández de declarar, mediante el decreto 247-08 el 2009 “Año del Centenario del Natalicio de Juan Bosch”, porque se trata de un símbolo más que del Partido de la Liberación Dominicana, del país. Más que un símbolo político, una de las figuras más elevadas de la Literatura Hispanoamericana, con una teoría desarrollada del cuento, considerada por él mismo como el género más difícil, por sus cualidades de intensidad, monotemático y sin desvíos argumentales, lo que es compartido a nivel universal por las figuras más doctas en la materia.

En honor a ello publico nuevamente el ensayo Juan Bosch: dualidad indivisible del libro inédito El Rastro Literario de Juan Bosch.


NÉSTOR MEDRANO


Desde cualquier perspectiva, Juan Bosch es un nombre literario y si no literario, es, sobre todas las cosas, un nombre sinónimo de la Literatura, ubicado en el trayecto productivo de autores de la importancia hispanoamericana de Pedro Henríquez Ureña, Horacio Quiroga y Julio Cortázar. Por supuesto, cada uno desde su propia circunstancia y desde su particular realidad como actores fundamentales de la cultura del siglo XX.Y si esos escritores forman parte del acervo literario esencial-, insisto, cada uno desde su circunstancia particular- Bosch reúne, como ellos, y debería incluir aquí a novelistas de recia sensibilidad como Rómulo Gallegos, la particularidad ejemplar de haber colocado la Literatura y su quehacer intelectual al servicio de la política, como razón redentora de las clases desposeídas de su país y del entorno antillano y americano, como digno seguidor de las ideas de Eugenio María de Hostos.Hay quienes han afirmado durante mucho tiempo que la actividad y el laborantismo político le restaron dimensión a su quehacer literario y ciertamente, fue el artífice de dos partidos políticos sobre los cuales se ha cimentado la democracia dominicana de la segunda mitad del siglo XX; el de la Liberación Dominicana (PLD) y Revolucionario Dominicano (PRD). El primero de ellos fue o significó la desvinculación de lo que el profesor Juan Bosch consideró la distorsión de los principios que dieron origen a una organización, el PRD, que al inicio de su fundación en Cuba, estaba destinado a regir el trayecto democrático de República Dominicana, una vez descabezada la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo y cuya cúpula, según las afirmaciones de sus biógrafos más connotados, fue contaminada e infiltrada por intereses ajenos a los que inspiraron su creación en 1939.Lejos de distanciarlo de la misión que como escritor se había propuesto, la política le sirvió de catalizador en la búsqueda de soluciones a los conflictos sociales y las penurias que Bosch denunciaba en sus cuentos. Ambas disciplinas, la Literatura y la Política, se consubstanciaron en él, porque, quien lee con detenimiento sus cuentos Los Amos, La Mujer y su novela La Mañosa, de inmediato se entera de que esas piezas literarias forman parte documental de un pensamiento que, posteriormente, se acentuaría con su producción ensayística y teórica.La desvinculación del Juan Bosch literato- en toda la magnitud que denota esa acepción- del Juan Bosch político, es imposible. Si analizamos las motivaciones que llevaron al cuentista- con una teoría sobre el arte de escribir cuentos aceptada por los artífices más avezados del género considerado el tigre de la fauna literaria- a salir de su país, nos daríamos cuenta de que se vio compelido a hacerlo cuando fue asediado por el tirano Trujillo, quien conociendo su estatura de intelectual dimensionado quiso que el autor de Camino Real formara parte del club de sus servidores y con tales fines deseaba postularlo como diputado. Bosch había visualizado que el régimen de Trujillo se tornaba de fuerza, y para un hombre con profundas convicciones democráticas, el escenario de su tierra presentaba una posibilidad inminente de frenar la autonomía de su libertad creadora, por un lado, y de anquilosamiento de las libertades públicas, por el otro.Juan Bosch, que desde joven se perfilaba como una promesa de la Literatura, no concebía la vida del escritor ceñida a patrones e imposiciones de fuerza. Por algo era un admirador inconsumado de José Martí, el patricio cubano, cuya sensibilidad también descollaba en la poesía, y del maestro borinqueño Eugenio María de Hostos, de cuya obra Bosch fue organizador y comentarista.Esa salida de República Dominicana fue motorizada por la tiranía en ciernes: como ocurriera también con uno de los lingüistas, crítico literario, hispanista e intelectual puro, Pedro Henríquez Ureña, con un talento que fue reconocido de manera universal por Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y otros. La tiranía de Trujillo estimuló la salida de Bosch y de Pedro Henríquez Ureña, aunque el primero, por sus preocupaciones político-sociales, utilizó el escenario internacional, Cuba, Puerto Rico, Costa Rica, Venezuela, etcétera, para luchar contra ese régimen de fuerza ante el cual nunca se arrodillaría, a pesar de los intentos del tirano dominicano.Bosch vivió en el exilio. En el exilio creó su obra literaria fundamental: Cuentos Escritos en el Exilio, Cuentos Escritos Antes del Exilio y Más Cuentos Escritos en el Exilio. Esa actividad literaria esencial- esencial porque en la cuentística se convirtió en un maestro-, impuso teorías y argumentó que el cuento para ser cuento tiene que contar con más de tres personajes, un tema único, sin desvíos, y el predominio de la intensidad en el argumento. De la tensión. Su pensamiento teórico sobre este difícil género hace hincapié en lo que los griegos denominaron “La teckné”, o la técnica, sin la cual, el escrito con intención narrativa, podrá ser un relato, una estampa, o cualquier cosa, menos un cuento, si no asume la concepción referida de tema único, síntesis y no más de tres personajes como ejes. El mismo Bosch reconoce las dificultades que puede tener un artífice de la cuentística para trabajar sobre una materia tan singular y excluyen.Cuando le tocó escribir su Teoría “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”, a petición del novelista Miguel Otero Silva, indicó que el trabajo sería fácil porque en lengua española no se había hecho un estudio pormenorizado del cuento como género literario.Con todas sus preocupaciones en el orden político, su incesante labor intelectual, sacaba tiempo para escribir literatura, porque la Literatura significaba el mejor camino para llevar a la práctica sus esbozos y preocupaciones sobre la labor social, para la cual, evidentemente, había nacido.Bosch, antes que todo se consideraba un cuentista. Pero su apreciación no fue fortuita. Había estudiado al dedillo la obra de los grandes cuentistas del siglo XIX y principios del XX, como los ingleses Rudyard Kipling y GK Cherterton, Hans Cristian Andersen; los rusos Antón Chejov y Leonidas Andreview. Según él mismo expone le dio seguimiento a autores emblemáticos como los norteamericanos Edgar Allan Poe, Sherwood Anderson, Ernest Heminguay y el uruguayo Horacio Quiroga.El cuento atrajo a Juan Bosch y sus apuntes sobre el género fueron escritos, cuando quiso indagar con seriedad las diferencia existentes entre cuento, novela y relato.“Pero debo decir que el aprendizaje iba haciéndose en la práctica, esto es, mientras escribía cuentos, de los cuales no son pocos los que fueron escritos para demostrarme a mí mismo si era o no era verdad tal o cual idea acerca del cuento que se me ocurría, con lo que quiero dar a entender que esas ideas respondían a criterios que a mi juicio aplicaban los grandes maestros. (Memorias de don Juan, pág.91. Luis de León).El cuentista, cuya sensibilidad conceptual siempre se aplicaba al mundo rural con sus ambientes socioculturales; el hombre del campo con sus costumbres y su particular idiosincrasia, que muchas veces marcaban una diferencia abismal con la sociedad de mayor posicionamiento económico y las diferencias, incluso, en la forma de ver la vida, estaba conciente del esfuerzo técnico que se requiere para manejar el arte literario del cuento.Llegó a tener la destreza facultativa que tuvieron en el manejo de la técnica Julio Cortázar, escritor de todo un ejercicio imbuido por sus concepciones ideológicas y más tarde otros que, esencialmente, son narradores universales que cultivaron el cuento, como Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, dedicados y consagrados a la tarea novelística.Juan Bosch escribió “La Mujer” en 1932, según sus palabras, cuando iniciaba el camino formativo como cuentista. El mensaje es el pueblo y sus luchas, a partir del análisis lineal del argumento que el hombre de letras abordó de manera magistral, el tema de la violencia doméstica, con lo que se explica que este relato vertiginoso es un importante documento sociológico, que penetra la psicología y el pensamiento del hombre y la mujer dominicanos.El mismo Bosch, en cuanto a intelectual, con concepciones de comprensión política y social enraizadas en un quehacer indivisible, se considera un instrumento de esa dualidad que lo resalta: la Política y la Literatura. Una inseparable de la otra y muy al dedillo de sus convicciones.No se veía sólo como un literato, ni se considera únicamente un político. Él es un pensador-literato-político, cuyo destino final, como objetivo más ponderado, es el bienestar de su pueblo.“En mi caso la Literatura, los cuentos y las otras materias de que me he ocupado escribiendo, así como la lucha política, me han dado siempre satisfacciones y solo satisfacciones, honores que no merezco. Si creyera lo contrario me colocaría por encima de mi pueblo, y si me colocara por encima de mi pueblo, no estaría expresándolo a él en las cosas en las que él no puede hacer manifestaciones”, escribió el autor de La Mañosa, para confirmar esas apreciaciones antes expuestas.La falta o ausencia metódica en el país literario dominicano de una crítica literaria no limitada simplemente al comentario festivo y amistoso de editores de segmentos periódicos y reseñas laudatorias de libros, ha permeado de forma significativa la labor de escritores de la talla de Juan Bosch, porque en él, reitero, está expresada la más alta expresión nacional de la cuentística y, coincido con el biógrafo Euclides Gutiérrez Félix, se trata del autor criollo más difundido y conocido en el ámbito mundial, junto al humanista Pedro Henríquez Ureña.Actualmente otros dominicanos han logrado trascender, fruto de una labor incesante y de una calidad universal en el ámbito de la narrativa, como ha sucedido con el novelista y antropólogo Marcio Veloz Maggiolo, incorporado a los catálogos de importantes casas editoras extranjeras, gracias a su manejo técnico del relato, que, sin miedo a equivocarme, repunta al autor de Materia Prima, Los Ángeles de Hueso y De Abril en Adelante, como el artífice literario más importante del presente.Haciendo acopio de ese esquema, hay que significar que estos escritores como Veloz Maggiolo, Andrés L. Mateo y Roberto Marcallé Abreu, Pedro Antonio Valdez, entre otros, han conocido un escenario propicio para la creación literaria. En las últimas décadas el auge de la novelística y el cuento, el ensayo y la producción pedagógica, ha encontrado un terreno fértil para que editoras del prestigio de Alfaguara, Planeta y Norma, fijaran su vista en los literatos criollos.La situación política se desenvuelve sin cortapisas y sin censuras para la labor creativa y, se puede decir que no existe una pugna interna de riesgo y persecución por la expresión de las ideas. Juan Bosch sí tuvo que enfrentar esas situaciones adversas. Su producción literaria, prolífica y rigurosa, se gestó en circunstancias apremiantes por la coyuntura política de una nación cercenada por el imperio de los Trujillo.Esas circunstancias inspiran a Bosch a participar de ideas e iniciativas de carácter político como fue la creación del Partido Revolucionario Dominicano, como fue la búsqueda de contactos con líderes liberales y demócratas a carta cabal en Hispanoamérica para concentrar esfuerzos destinados a derrocar a Trujillo. Esto conllevó viajes intensos, agendas llenas, trajinar en conceptualizaciones como sucedió con su participación en la Constitución cubana y su apoyo intelectual a Prío Socarrás.En Juan Bosch es indeclinable admitir que su causa literaria desbordaba, a la vez el quehacer literario fictivo o de creación, para incluirse en una labor de pura sociología pragmática que confunde al intelectual con el estadista que busca una explicación científica a los hechos constitutivos de la estratificación nacional, representada en la tesis de su libro Composición Social Dominicana.Conocía al dominicano rústico del pueblo, al echa madrugada inmigrante del campo, al chiripero que es el mismo hombre de sus cuentos y el mismo hombre, tema o ser social por el cual aspira a generar los cambios fundamentales en el país que quería dirigir. No ha existido una crítica literaria-en realidad la falta de espacio en los periódicos, la desaparición de los suplementos literarios y otras manifestaciones anticulturales- que ubique a Bosch en el justo contexto de su magnitud literaria. Era un visionario: por algo su novela La Mañosa fue texto prohibido por más de quince años en su país, sin importar que las intenciones del autor eran denunciar las vaguedades de las supuestas revoluciones.Su universalidad literaria se manifiesta en el manejo de los temas: el hombre del campo es uno e indivisible en República Dominicana, en Venezuela y en cualquiera de nuestras naciones hispánicas.Tampoco ha existido un esfuerzo masificado, con todos los instrumentos del marketing moderno y la idealización dirigida de lo que significa Juan Bosch- en el ámbito literario; su obra y su pensamiento, en lo relativo a las nuevas generaciones. Los esfuerzos por difundir a Bosch han sido pocos, sin explicar las excusas que para ello exista y sin que nadie pretenda sentirse ofendido-, este trabajo está sustentado en un enfoque legítimo a partir de lo que fue el gran literato, despejando cualquier interés partidarista.Los niños de entre 8 y 13 años no saben quien fue Juan Bosch. Los adolescentes tampoco y los jóvenes, lo conocen de refilón. Se sabe de intentos por compilar la obra, incluso Alfaguara tiene una antología de sus cuentos; pero no se han pensado de manera sistemática en la versión escolar de sus cuentos y novelas. Pocos conocen la sensibilidad de Bosch con los niños, para quienes escribió una de las piezas narrativas más hermosas de la Literatura dominicana: Cuento de Navidad. Juan Bosch labró su camino de cuentista conociendo las dificultades que enfrentaba su país con el analfabetismo y todavía hoy, a pesar de los programas que se han intentado para frenar este mal social, persiste en la juventud, mejor dicho, en una parte de la juventud, un desinterés mayúsculo por la lectura, lo que si se suma a la revolución tecnológica, con herramientas como internet, sepulta en muchos casos la memoria y el legado de los grandes autores criollos.El Juan Bosch cuentista-novelista- dos novelas: El Oro y la Paz y La Mañosa, - ensayista, sociólogo e historiador-, no ha contado con el esfuerzo determinado de ninguna institución, salvo los de la Fundación Juan Bosch, que lo fortalezca como máxima figura del cuento dominicano y una de sus autoridades a escala universal.Esto se hace lamentable porque en su propio país, las posiciones de los actores políticos adversos a Bosch- una verdadera maquinaria que viene de aquellos tiempos en los que se fomentó la componenda para derrocar su gobierno sietemesino-y que se reafirmó luego de la estructuración del Partido de la Liberación Dominicana, con patrones inconsecuentes que esparcieron versiones insanas sobre el nombre y la conducta de Bosch. Esa misma actividad política por la cual se inclinó como uno de los abanderados de las justas sociales, fue contraria a él y sus propios opositores y ciertos sectores de la Iglesia Católica y de la cúpula empresarial, se desbordaron en su contra, disminuyendo, de algún modo, su impronta literaria.Del mismo modo puede consignarse después de una observación detallada, que los mismos vínculos políticos de Juan Bosch, con sus estructuras partidaristas y un instrumento de formación ideológica de búsqueda del poder, él como orientador y guía de una organización cerrada, definida como logia, de corte piramidal con una autoridad definida, produjeron un efecto excluyente, que distanció a Bosch- el cuentista de visos universales-,el político decidido a ejercer el poder con pureza de una gran parte de ese pueblo militante y admirador de líderes como Joaquín Balaguer y José Francisco Peña Gómez.Esa circunstacia motivó, sin lugar a dudas, a incentivar el sectarismo, e incitó a que los millones de dominicanos militantes de los partidos Revolucionario Dominicano y Reformista Social Cristiano, fueron orientados contra Bosch y Bosch fue crítico ácido de esos líderes políticos, perdiéndose en gran medida mucho del posible interés del cuentista, que en naciones como Cuba y Venezuela, era reconocido como un maestro de la narrativa.No se puede escribir un ensayo de aliento sobre Juan Bosch, tomando un único ángulo. La política es indivisible en él porque evidenció una gran capacidad de trabajo y de estrategia en su accionar, al momento de fundar dos partidos políticos que conjuntamente con el Reformista Social Cristiano, de Joaquín Balaguer, han incidido de manera fundamental en la vida democrática actual. Es una tesis simple que quizás muchos no se atrevan a advertir concientemente. Pero como bien dicen sus seguidores en el ámbito político, que no necesariamente lo sean en el literario, Juan Bosch fue un visionario, incluso en el manejo de la controversia histórica o espiritual, y supo, como supieron otros autores romper barreras y tabúes con temáticas vulnerables y fuertemente cuestionadas por el cristianismo.Bosch, como pocos escritores en su tiempo, se atrevió a escribir Judas Iscariote el Calumniado, un texto de temática compleja por su propia naturaleza y, esto más acentuado, dado el hecho de que el citado libro es un volumen que intenta presentar un esquema distinto al conocido históricamente acerca de la misión que como discípulo de Cristo llevó a cabo el personaje que se suicidó ahorcándose de un árbol.Antes de seguir debo retomar la inexpugnable condición política de Bosch y hacer la precisión siguiente: si bien es cierto que los opositores a su filosofía como José Francisco Peña Gómez, que fue uno de sus discípulos políticos más avezados en el Partido Revolucionario Dominicano y cuyas diferencias conceptuales se materializaron cuando el líder quiso postular su tesis de la Dictadura con Respaldo Popular, y que el mismo Joaquín Balaguer, por más de veinte años la figura política fuerte del país, también alentó a su maquinaria de seguidores a desconocer los méritos políticos e intelectuales de Juan Bosch, es de rigor exponer que ese accionar adverso contra el autor de Los Amos, a lo interno de sus organizaciones políticas era legítimo, como lo era el quehacer del literato nacido en La Vega.En este ensayo no se cuestiona este aspecto: no es intención mostrar el peso específico del hombre de letras en detrimento moral de otras figuras- que con todas las objeciones y factores negativos en su órbita- son personajes fundamentales de la historia política dominicana.La intención es simple: destacar, como creo que ya se ha hecho en las páginas precedentes, que Juan Bosch no tenido la oportunidad de ser magnificado en su justa dimensión, porque no ha existido un programa real destinado a dimensionarlo.Parte de esa responsabilidad también la tuvo el mismo Juan Bosch. Su tarea de escritor fue solitaria y excluyente.- como lo es la tarea de los intelectuales. Él no se molestó en formar seguidores literario- en hacer escuela- como dirían los leones del patio, sino seguidores políticos. Lo que se ha visto, luego de su deceso el primero de noviembre del año 2001 es que sus discípulos aprendieron la concepción del poder y el tinglado para mantenerlo o ganarlo en los procesos electorales y ya su sueño político más acariciado, el Partido de la Liberación Dominicana ha sido gobierno dos veces y compite con intenciones de retener el control del Estado.¿De quién es la responsabilidad de mantener la estela de Bosch como un patrimonio dominicano, no de los peledeístas ni de la clase política únicamente, sino de todos los dominicanos? ¿Por qué no auspician esfuerzos conjuntos coordinados por la Secretaría de Estado de Cultura y de Educación, para que Juan Bosch sea institucionalizado como figura cimera de las letras nacionales y se aprovecha para reunir en este reclamo a Pedro Henríquez Ureña, Pedro Mir, Manuel del Cabral, Antonio Fernández Spencer, Manuel Rueda, Franklin Mieses Burgos, y otros escribidores de nuestro país?Indudablemente que la memoria de Bosch está viva: el político y el literato. Ambas son dos caras de una moneda. Bosch es indivisible, pero su obra literaria merece ser estudiada con más ahínco en las escuelas, en las universidades. La pregunta que nos hacemos algunos ingenuos o cándidos es, qué esperamos.

El autor es periodista de Listín Diario

05 julio 2008

LEONEL Y LA FÓRMULA DEL TODOS JUNTOS


NÉSTOR MEDRANO



El presidente Leonel Fernández tiene ante sí un gran reto por delante. Eso es un hecho conocido por todos, sobre todo por aquellos que están en la acera opuesta en sentido político, en espera de que los errores sean mayores que los aciertos. Esta situación es manejable, a pesar de la sensación de malestar que agobia a los sectores más sensibles de la población, porque le indica a las autoridades que cualquier fórmula que se aplique para enfrentar los efectos devastadores de la crisis, con los ya consabidos clichés de las alzas en los precios del barril del petróleo, la situación del calentamiento global, los caprichos de la factura petrolera, no puede, de ninguna manera, cargar más la miseria y la desesperanza en los barrios y ciudades del país. El momento es para buscar alternativas. El gobierno puede contar con los partidos de oposición para que éstos contribuyan con sus técnicos, con la sociedad civil-muchos sectores de la sociedad civil tienen décadas elaborando planes y proyectos, incluso con la ayuda de organismos internacionales, conocen al dedillo el esqueleto de los problemas fundamentales de la población, han convivido en los barrios y tienen diagnósticos que dada la crisis actual, sólo deben ser actualizados, porque son profundos y cuentan con estimaciones del número de habitantes haitianos en los barrios marginados, para citar un caso. A pesar de la cerrazón de muchos de los dirigentes “impetuosos e intempestivos” de los partidos de oposición, ellos cuentan con técnicos capacitados, “no quemados y no responsables de desatinos de anteriores gestiones gubernamentales que hoy se pintan de inocentes”, con experiencia de Estado, que colaboran en los diagnósticos que elaboran los organismos internacionales sobre el país y sobre la región, el gobierno tiene la oportunidad de buscar esos talentos para definir las estrategias que coadyuvarán con la solución, a largo plazo, de problemas vitales que no serán resueltos en dos o tres días.
Con la sociedad civil ocurre lo mismo. Cuentan con sus mediciones y con los instrumentos para encarar situaciones de conflictividad, porque se han dedicado al estudio de esos patrones. Pero además están las universidades: el presidente Leonel Fernández debe abrir los canales para que recintos de la categoría del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y otros centros superiores, participen en la definición de un plan nacional, como una especie de gran libreto dividido en varias fases, el corto, mediano y largo plazos, y determinar de inmediato con el sector empresarial, una estrategia de choque inmediato, con tendencia a resolver el día a día en los sentidos de estabilidad cambiaria, mantenimiento de la estabilidad macroeconómica y fortalecimiento de la estructura jurídica del país, para que la inversión extranjera, se fortalezca sin contratiempos. Es claro que organismos como el Fondo Monetario Internacional, los bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo (BID), así como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), son sujetos de apoyo en estos esfuerzos. Estas sugerencias, de ningún modo significan que el presidente Leonel Fernández no contará con su equipo como eje central para las confrontaciones de los conflictos; en sus manos está dirigir el juego, por ello fue respaldado en las urnas en las pasadas elecciones. Pero, sin lugar dudas, esto, a contrapelo de muchos fundamentalistas del gobierno y de la oposición, no es más que un mensaje para que ambas partes se olviden de protagonismos escénicos: no se trata de quién resolvió el problema ni con cuáles recetas se resolvieron. De lo que se trata es de llevar a la acción programática la convocatoria hecha por Fernández Reyna la noche que se supo ganador de las elecciones, momento en el cual tuvo la lucidez de pedir el concurso de todos para enfrentar los retos, que, como estadista, sabía se incubaban y contra quienes se requiere una fuerza de choque capaz de revertir sus efectos adversos.
El jefe de Estado está en una coyuntura que lo favorece ante la mirada pública nacional e internacional, con logros recientes, como arribar a un tercer período de gobierno, en una nación de liderazgos renovados que lo apuntalan como la vanguardia de los mismos. Sabe que un líder actual, en condiciones de primer mandatario, ya no puede contar sólo con las fuerzas de su propio gobierno para hacer frente a coyunturas tan difíciles que han trastornado mercados de la importancia de potencias como Estados Unidos. Tampoco podrá embarcarse en medidas populistas de “conseguir el pan de hoy y mañana veremos”, lo que se aconseja en este momento es, además de manejar las crisis y obtener resultados, como se hizo con los empresarios del transporte público y de cargas, para garantizar al menos la tranquilidad social y aminorar los efectos de la presión de esos grupos, graduados Magna Cum laude en joder la paciencia, buscar alternativas. Las hay. Con esos equipos el gobierno deberá “sincerizar” una serie de cuestiones relativas al gasto público, no sólo del Poder Ejecutivo, sino de los senadores, diputados, ayuntamientos; hacer énfasis en la aplicación de la Ley de Austeridad, reencauzar algunos tributos, liberar otras penalizaciones y mejorar condiciones en grupos de empleados públicos, con verdaderos sueldos de miseria como los miembros de la Policía Nacional. El presidente debe buscar la forma de que haya una mayor atención a la producción agropecuaria, no la que se limita a enriquecer a los grandes hacendados y ganaderos sino la que tiene que ver con la producción de la tierra, los empleos e incentivos, así como distribución de tierra a los campesinos. El gobierno, tiene que pensar, en esas iniciativas de consenso, con los equipos técnicos y con el rigor adecuado, que facilite que cada dominicano pueda comer al mediodía, ir a los hospitales públicos y asumir sin tapujos ni cortapisas las riendas de la Seguridad Social, minimizando las ganancias de las ARS y optimizando más los servicios médicos. El gobierno, tiene de donde asumir esas políticas de beneficios a las grandes mayorías y creo que deberá hacerlo cuanto antes, para que el país sienta que sus autoridades son sensibles a su dolor, como en efecto se percibe en los deseos del jefe de Estado.


El autor es periodista del Listín Diario
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Periodista, escritor, ganador del Premio Único de Poesía de la Centenaria Alianza Cibaeña de Santiago de Los Caballeros y autor de la novela infantojuvenil Héroes, Villanos y Una aldea, publicada por el Grupo Editorial Norma. Reportero del matutino dominicano Listín Diario.