25 septiembre 2007

Marcio Veloz Maggiolo, ¿un Nobel?


Recientemente he leído la información de que Marcio Veloz Maggiolo, una de las firmas más representativas de la novelística criolla será propuesto al Comité Nobel para su consideración como candidato al más codiciado y prestigioso galardón literario mundial.


La propuesta hecha por el presidente de la Academia Dominicana de la Lengua, doctor Bruno Rosario Candelier, constituye uno de esos hechos que nos sorprenden, no por sus alcances ni por sus ribetes de optimismo, sino porque es el inicio de una tentativa por colocar la Literatura Dominicana, en este caso la novelística dominicana, en un lugar preponderante. En el país hemos perdido mucho tiempo.


Se perdió tiempo y se desperdició el talento universal de una cuentística cimentada en los escritos de Juan Bosch, considerado desde hace muchas décadas como uno de los maestros del género, creador de unas líneas teóricas sobre el arte de escribir cuentos, arte narrativo que consideró el tigre de la fauna literaria, por las dificultades técnicas y conceptuales que demanda a la hora de ser forjado por la tinta en el papel.


Juan Bosch, con una interminable obra narrativa, ensayística, sociológica y de fecundación de praxis política, tenía el perfil para ser Nobel. La calidad e intensidad de sus cuentos, y de sus novelas, el manejo técnico que logró alcanzar en esa materia, y la universalidad de su nombre-conocido no sólo en un grupo importante de países, sino con la amistad de gigantes de la Literatura como Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Rómulo Gallegos, tuvo la consagración de compilar, entender y organizar la obra literaria de Eugenio María de Hostos, un antillano que coincidía con sus aspiraciones de una América culta y desarrollada a nivel educativo.

Bosch ni otros como Manuel del Cabral, uno de los grandes exponentes de la Poesía Negroide, con un talento que recorrió las plazas más importantes del exterior; Pedro Mir, con su aliento de Poesía del hombre social, de los desheredados de la tierra, conformaron una estirpe de estatura universal, para cualquiera de esos galardones, que otros literatos menores del Caribe y de otras latitudes ganaron con menos méritos.

En Marcio Veloz Maggiolo convergen todas las corrientes del intelectual recio, de pensamiento academicista desarrollado, de un olfato para el detalle descriptivo en sus narraciones y para ambientarnos en épocas rudas para el país y para esa parte de la capital compuesta por Villa Francisca, que tantas nostalgias ha inspirado en más de uno de sus textos: Materia Prima, Ritos de Cabaret, Uña y Carne; o metáforas de una vivencia pedregosa, adolorida y sangrante, como la expresada en De abril en Adelante, recapitulación de hechos del yugo del interventor contra el intervenido y esa proeza metafórica y desgarrante que fue “Los Ángeles de Huesos. Creo, de manera particular y ya lo había escrito antes, que Veloz Maggiolo es un novelista terminado al ciento por ciento, y la respuesta a los que se preguntan, claro sin despojarse de prejuicios, si existe una novelística dominicana. Existe.


Don Marcio es su máxima expresión. Como escritor joven me apresuro y apresuro mi juicio: Marcio Veloz Maggiolo es el mayor novelista de República Dominicana. Su obra está implícitamente vinculada a los fenómenos sociales de la primera y la segunda mitad del siglo veinte. Es en materia de largo aliento narrativo vinculante con obras de la importancia de La Sangre, de Tulio M. Cesteros, y de Enriquillo, de Manuel de Jesús Galván, tildada como la mejor novela escrita en tierra dominicana.


Los dominicanos que vadeamos las dificultades tradicionales para hacer Literatura, que estamos avanzando a pasos de hormigas a través de la red, debemos convertir este esfuerzo del doctor Bruno Rosario Candelier en una realidad que deje su marca, como Veloz Maggiolo, ya lo hizo desde hace décadas.

Sobre él


Este novelista, cuentista, ensayista, dramaturgo, poeta, periodista, Licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Arqueólogo, Doctorado de Historia de América por la Universidad de Madrid, ha hecho confluir su pasión con su actividad profesional, estamos hablando del afamado escritor dominicano Marcio Veloz Maggiolo.

Néstor Medrano

10 septiembre 2007

Segunda llamada a la mujer perseguida


Ya no sé si puedo discernirte en las mañanas de estas semanas que lentamente destruyen mi vida, la desconstruyen y vuelven a construir, porque estoy en medio de un remolino; una ilusión óptica que me acerca a ti y me aleja. Me indispone y me propone, porque ambos estamos materialmente conformados por el misterio.

Cómo puedo querer a una mujer como tú. Dónde veo los signos y las respuestas, dónde la magia y las promesas, dónde puedo descifrarte de piel completa, con todos tus poros entremeterme en tu vida, en tus instintos y en esa memoria del amor aturdido y mordaz.

Dónde me indago y me busco para encontrarme en tus adentros y adivinarme en tu vientre, en tu sexo de diosa bramante y altiva de enorme y larga cabellera negra que todo lo llena de noche, de sopor y de mentira; de verdad y de alegrías, de amores ocultos que no me atrevo a confesarte jamás, porque lo sabes, aunque no lo crees o lo crees aunque no lo admites; pero yo mismo te repito lo que no te he dicho, y que te digo por enésima vez, te amo.

Ya no aguanto estas oscuridades iluminadas por algún parapeto mentido: ya no puedo expulsar estas lágrimas de forma gratuita, porque llorar por ti es hacerlo en silencio, pero un silencio estremecedor que me condena y me quema y te confiesa: quiero tu vida, quiero tu piel, quiero tus caricias rojas y adicionalmente quiero de ti, lo que sólo se puede tener cuando un imposible nos acerca y nos hace posibles.

Un trago de ron. Para buscarnos a medias y a contraluz, para adorarnos a capella bajo los rayos de la lluvia y las gotas del sol de una de esas madrugadas inventadas por nuestra realidad que es, magia y fantasía, reacontecer y acontecimiento, amor y desamor; un turno interminable para amarnos desde los pies hasta la primera hebra del cabello.

Un cigarrillo. Ambos sentados en alguna de estas calles adoquinadas, humedecidas por la lluvia, en espera del autobús que en pocos minutos vendrá a recogerte. A perderte, a distanciarte de mí; no. Dónde buscarte mujer para que me expliques qué hacer. Dónde perseguirte en medio de esta lluvia y con cada cartílago de mi alma flotando en el aire verde de la ciudad donde cada quien y nosotros vive su vida; llora su vida y la ajena, unifica y desune nuestro mundo: ¿dónde exponer el último latido de este corazón enloquecido por ti y por tus labios, por ti y por tu sombra, por ti y por tus poros. Dónde dejarte sola para después perseguirte.

He podido, después de todos estos minutos coleccionando recuerdos, untándolos de vivencias y por qué no, de una que otra lágrima, visualizarte en esa distancia que te separa y te une a todo lo mío; de ese espacio gigantesco que nos separa y nos une, nos diversifica, porque donde estás me llevas contigo y donde estoy estás metida en mi médula.

Finalmente, un primer final, porque los finales nunca terminan, me colocas en el mismo centro de todo: de la vida, de la muerte, de la mentira, de la verdad; de lo insólito, de lo plausible, de lo eterno, de lo náufrago, de lo natural y de lo complicado.

-¿Qué quieres realmente?
-Todo lo tuyo y todo lo que eres tú...
-Eso está complicado...
-No debe haber complicaciones entre dos que somos uno y que nos compenetramos en cualquier sitio...
-¿En la cama?
-Puede ser.
-La cama puede ser el inicio de lo profundo, del nacimiento de lo puro, lo impuro y lo contaminado...
-Sin contaminación no puede existir humanidad...
Nuestros cuerpos destilan humores...
-Sudores, dirás...
-¿Del orgasmo, qué?
-Puedes lograrlo...
-Ambos somos el orgasmo.
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Acerca de mí

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Periodista, escritor, ganador del Premio Único de Poesía de la Centenaria Alianza Cibaeña de Santiago de Los Caballeros y autor de la novela infantojuvenil Héroes, Villanos y Una aldea, publicada por el Grupo Editorial Norma. Reportero del matutino dominicano Listín Diario.