A ti puedo decirte que el silencio es una montaña interminable y sin esquinas, un punto horizontal y por millas que trasciende y nos trasciende, en esta hora fugaz de dudas y clamores.
A ti puedo decirte que ya no hay hora más allá del tiempo y que vencen los
minutos para respirarte por encima de esta secuencia de segundos ensortijados que se amarran a nosotros para atraparnos en una ininterrumpible eternidad.
A ti puedo entregar esta lámina invisible, más que invisible hecha de palabras metálicas y grises que ensordecen nuestros oídos a la hora de confundirnos con la verdad, en medio de la mentira, de las lluvias y las historias que murieron antes de ser contadas.
Lo mismo digo de los desiertos cuando se inundan por la lluvia de una mirada acuosa y extensiva que se emplaza y nos emplaza sobre la arena dorada de esos cuerpos calcinados que quizás éramos nosotros en la adversidad de una ventisca parcial y sustanciosa.
Es el amor definitivamente.
Son los rayos de lluvias
Son las gotas de sol
Es el blindaje de la nostalgia
Son las lágrimas cuadriculadas
Es el llanto, la risa y el dolor.
A ti puedo decirte en este bullicio que busco
Entre brisas polvorientas y soplos de luces mortecinas
La verdadera caridad de un beso; el pleonasmo de una vocal helada
Reconstruida y fabricada, procesada y masticada,
a partir de la última partículas del sudor sexual de tu cuerpo.
Lo mismo digo de la virginidad; la que fue tuya antes de ser mía, de la paternidad de nuestros sentimientos; de esas angustias del color de la hierba
Cuando los campos se extienden en las orillas de los ríos cristalinos.
Del deseo
de la punta de la virtud desconstruida,
de los pálpitos mortales y estremecidos
de la resta de todas las sumas: quizás de la alquimia, la fama y la firma
de los inocentes, aquellos que invocaron en el centro de la tierraque el aliento era tan único y blanco, como el orgasmo, la poesía y la pasión.
A ti puedo decirte que ya no hay hora más allá del tiempo y que vencen los
minutos para respirarte por encima de esta secuencia de segundos ensortijados que se amarran a nosotros para atraparnos en una ininterrumpible eternidad.
A ti puedo entregar esta lámina invisible, más que invisible hecha de palabras metálicas y grises que ensordecen nuestros oídos a la hora de confundirnos con la verdad, en medio de la mentira, de las lluvias y las historias que murieron antes de ser contadas.
Lo mismo digo de los desiertos cuando se inundan por la lluvia de una mirada acuosa y extensiva que se emplaza y nos emplaza sobre la arena dorada de esos cuerpos calcinados que quizás éramos nosotros en la adversidad de una ventisca parcial y sustanciosa.
Es el amor definitivamente.
Son los rayos de lluvias
Son las gotas de sol
Es el blindaje de la nostalgia
Son las lágrimas cuadriculadas
Es el llanto, la risa y el dolor.
A ti puedo decirte en este bullicio que busco
Entre brisas polvorientas y soplos de luces mortecinas
La verdadera caridad de un beso; el pleonasmo de una vocal helada
Reconstruida y fabricada, procesada y masticada,
a partir de la última partículas del sudor sexual de tu cuerpo.
Lo mismo digo de la virginidad; la que fue tuya antes de ser mía, de la paternidad de nuestros sentimientos; de esas angustias del color de la hierba
Cuando los campos se extienden en las orillas de los ríos cristalinos.
Del deseo
de la punta de la virtud desconstruida,
de los pálpitos mortales y estremecidos
de la resta de todas las sumas: quizás de la alquimia, la fama y la firma
de los inocentes, aquellos que invocaron en el centro de la tierraque el aliento era tan único y blanco, como el orgasmo, la poesía y la pasión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario