¿Qué puede significar el triunfo de Barak Obama para República Dominicana en la actual coyuntura? Es la pregunta. Más que cualquier otro análisis sobre la espectacularidad del ascenso al poder de un hombre de origen negro, con una mezcla de factores que lo catapultan al plano de las leyendas-su origen, la religión, su nombre, la etnia difícil de la que proviene- debemos concentrarnos en la realidad: a partir del 20 de enero del 2009 ya no se tratará del jovial candidato que aparece con su camisa blanca, una corbata moderna y las mangas recogidas ascendiendo a la carrera a una tribuna, como parte del teatro natural de la campaña política, ya no se trata del egresado de Harvard, de rostro meditabundo y reflexivo que se tarda un tiempo en asumir posiciones y tomar decisiones: es decir, ya no será el Obama que todos en el mundo llegaron a admirar, porque se enfrentaba a una cultura impenetrable de paradigmas que siempre han motorizado poca o ninguna importancia a un hombre de color para ocupar posición tan señera। Es un Obama ahora presidente de la Potencia más poderosa del mundo, que pese a cualquier vaticinio mantiene hegemonía sobre un mundo cada vez más tambaleante।
República Dominicana tiene que buscar la manera de romper la malsana prédica de que en el tablero geopolítico mundial América Latina tiene poca o nula importancia para la visión estratégica de una nación que queda, con conflictos enormes como el de Irak, y las condiciones de coma profundo de su economía. Hay que escrutar, desde nuestra realidad particular, hurgar en nuestras relaciones con los Estados Unidos de Norteamérica y hacer una revisión exhaustiva, en todos los ámbitos de lo que son nuestras relaciones hasta el momento.
República Dominicana puede a partir de este momento, en coordinación con sus empresarios más pujantes revisar los puntos de negocios más importantes en las áreas de inversión pública y privada, acuerdos pendientes, vigentes, en estudio, en perspectiva, y formalizar una comisión de alto nivel que los integre a ellos como sector productivo nacional, a los funcionarios del ramo económico, entiéndase Banco Central, Industria y Comercio, Fomento Industrial, etc, que entraría en contacto con el gabinete del presidente electo Barak Obama y antes de la asunción del nuevo gobierno, el presidente Leonel Fernández pueda canalizar un encuentro entre ambos.
Como país no podemos esperar a que Obama asuma para hacer estos contactos. Ya se habla de un supuesto prejuicio o posición en contra que le atribuyen al jefe de Estado electo en lo que respecta a acuerdos multilaterales como el Tratado de Libre Comercio y del riesgo de que muchos estos convenios sean revisados. República Dominicana no se puede dar el lujo de mantenerse expectante, en espera del transcurso de los días y bien puede manejar la buena voluntad que Barak Obama descubrió tenían los latinos con él, que bien pudo inclinar la balanza en su favor.
Para el presidente Leonel Fernández no será difícil, con sus dotes, su presencia actual en los escenarios internacionales, y la posición de neutralidad que ha mantenido ante los conflictos estadounidenses con Hugo Chávez, de Venezuela, Rafael Correa, de Ecuador y Evo Morales de Bolivia, además de las conjeturas que se han establecido de que el nuevo jefe de Estado buscará algún tipo de acercamiento con Cuba-germen de las turbulencias chavistas, aunque no se note- buscar ese encuentro para proyectar una estrategia de revisión que redefina el rol de ambas naciones.
Plantearnos una revisión inmediata, en el período de transición, e ir preparando los esquemas para presentar al presidente Obama, sería bien visto por la población e incluso por las fuerzas políticas opositoras. Este encuentro buscaría una revaloración de la situación de los migrantes dominicanos en los estados de la unión para la toma de decisiones y atribución de responsabilidades a la hora de beneficiar a la comunidad latinoamericana. Del mismo modo, la búsqueda de mecanismos para que se flexibilicen los patrones establecidos para la concesión de visados a esa nación de nacionales dominicanos y otros aspectos en los que hay puntos que pueden ser reblandecidos.
Definir lo antes posible cómo serán las relaciones de Estados Unidos, bajo la sombra de un nuevo gobierno demócrata, con nuevos criterios y una visión que, quizás el sistema no permita que varíe mucho sobre nuestros países, y concentra esfuerzos para que el presidente Fernández se reúna con quien será su colega en enero, con la carpeta bajo los brazos y planteamientos firmes ante realidades que las autoridades conocen, nos ayudarán a marcar un camino, que podría ser de beneficio para ambos países.
Sin que esto signifique un ejercicio de sumisión o de arrodillarnos y arrodillar nuestra soberanía, Estados Unidos es un aliado de negocios de República Dominicana, cientos de miles de dominicanos viven y han enraizado su cultura allí, lo que permite que haya una visión avanzada de nuestro rol en las actuales condiciones.
Para Estados Unidos Haití y su problemática constituye una preocupación constante y República Dominicana, como país fronterizo, con mayor desarrollo siempre ha sido motivo de suspicacia y hasta ojeriza ante algunas situaciones, pues, esa comisión, tendría entre sus misiones inmediatas llevar un informe completo de la situación real de las relaciones domínico-haitianas y de lo que cree se debe hacer para aminorar un poco sus niveles de pobreza.
Es nuestra realidad। Es pertinente la renovación de los vínculos, la revisión de esos nexos, sacudirnos, para buscar esas ventajas, que, deben ser identificadas cuanto antes.
República Dominicana tiene que buscar la manera de romper la malsana prédica de que en el tablero geopolítico mundial América Latina tiene poca o nula importancia para la visión estratégica de una nación que queda, con conflictos enormes como el de Irak, y las condiciones de coma profundo de su economía. Hay que escrutar, desde nuestra realidad particular, hurgar en nuestras relaciones con los Estados Unidos de Norteamérica y hacer una revisión exhaustiva, en todos los ámbitos de lo que son nuestras relaciones hasta el momento.
República Dominicana puede a partir de este momento, en coordinación con sus empresarios más pujantes revisar los puntos de negocios más importantes en las áreas de inversión pública y privada, acuerdos pendientes, vigentes, en estudio, en perspectiva, y formalizar una comisión de alto nivel que los integre a ellos como sector productivo nacional, a los funcionarios del ramo económico, entiéndase Banco Central, Industria y Comercio, Fomento Industrial, etc, que entraría en contacto con el gabinete del presidente electo Barak Obama y antes de la asunción del nuevo gobierno, el presidente Leonel Fernández pueda canalizar un encuentro entre ambos.
Como país no podemos esperar a que Obama asuma para hacer estos contactos. Ya se habla de un supuesto prejuicio o posición en contra que le atribuyen al jefe de Estado electo en lo que respecta a acuerdos multilaterales como el Tratado de Libre Comercio y del riesgo de que muchos estos convenios sean revisados. República Dominicana no se puede dar el lujo de mantenerse expectante, en espera del transcurso de los días y bien puede manejar la buena voluntad que Barak Obama descubrió tenían los latinos con él, que bien pudo inclinar la balanza en su favor.
Para el presidente Leonel Fernández no será difícil, con sus dotes, su presencia actual en los escenarios internacionales, y la posición de neutralidad que ha mantenido ante los conflictos estadounidenses con Hugo Chávez, de Venezuela, Rafael Correa, de Ecuador y Evo Morales de Bolivia, además de las conjeturas que se han establecido de que el nuevo jefe de Estado buscará algún tipo de acercamiento con Cuba-germen de las turbulencias chavistas, aunque no se note- buscar ese encuentro para proyectar una estrategia de revisión que redefina el rol de ambas naciones.
Plantearnos una revisión inmediata, en el período de transición, e ir preparando los esquemas para presentar al presidente Obama, sería bien visto por la población e incluso por las fuerzas políticas opositoras. Este encuentro buscaría una revaloración de la situación de los migrantes dominicanos en los estados de la unión para la toma de decisiones y atribución de responsabilidades a la hora de beneficiar a la comunidad latinoamericana. Del mismo modo, la búsqueda de mecanismos para que se flexibilicen los patrones establecidos para la concesión de visados a esa nación de nacionales dominicanos y otros aspectos en los que hay puntos que pueden ser reblandecidos.
Definir lo antes posible cómo serán las relaciones de Estados Unidos, bajo la sombra de un nuevo gobierno demócrata, con nuevos criterios y una visión que, quizás el sistema no permita que varíe mucho sobre nuestros países, y concentra esfuerzos para que el presidente Fernández se reúna con quien será su colega en enero, con la carpeta bajo los brazos y planteamientos firmes ante realidades que las autoridades conocen, nos ayudarán a marcar un camino, que podría ser de beneficio para ambos países.
Sin que esto signifique un ejercicio de sumisión o de arrodillarnos y arrodillar nuestra soberanía, Estados Unidos es un aliado de negocios de República Dominicana, cientos de miles de dominicanos viven y han enraizado su cultura allí, lo que permite que haya una visión avanzada de nuestro rol en las actuales condiciones.
Para Estados Unidos Haití y su problemática constituye una preocupación constante y República Dominicana, como país fronterizo, con mayor desarrollo siempre ha sido motivo de suspicacia y hasta ojeriza ante algunas situaciones, pues, esa comisión, tendría entre sus misiones inmediatas llevar un informe completo de la situación real de las relaciones domínico-haitianas y de lo que cree se debe hacer para aminorar un poco sus niveles de pobreza.
Es nuestra realidad। Es pertinente la renovación de los vínculos, la revisión de esos nexos, sacudirnos, para buscar esas ventajas, que, deben ser identificadas cuanto antes.
NÉSTOR MEDRANO
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